En los próximos meses, un enorme cuerpo de agua cálida se va a acercar lentamente por el océano Pacífico hacia Sudamérica.
Y mientras lo hace, va a desencadenar un fenómeno climático que va a traer cambios dramáticos en los patrones del clima alrededor del mundo.
Los científicos señalan que hay un 90% de posibilidades de que el fenómeno de El Niño se extienda hasta final de año y los primeros meses de 2024.
Y además afirman que será uno muy fuerte.
Si la predicción de los científicos se cumple, el impacto puede ser significativo.
Los mismos investigadores ya habían señalado que con el aumento de las emisiones de dióxido de carbono y El Niño con mucha intensidad, hay un 66% de posibilidades que el planeta rompa el límite de aumento de temperatura de 1,5 grados centígrados al menos un año de acá hasta el 2027.
Eso también significa otros efectos de clima extremo como lluvias torrenciales e inundaciones durante el invierno.
“Estamos proyectando una probabilidad superior al 90% de que habrá efectos de El Niño durante el invierno”, le dice a la BBC David DeWitt, director del Centro de Predicción del Clima de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE.UU.
“Hay un 80% de probabilidad de que tengamos el fenómeno de El Niño en julio”.
Fuerte golpe a la economía
Los efectos de este fenómeno climático podrían resonar por un largo tiempo.
Un estudio del Dartmouth College señala que El Niño que está por comenzar podría tener un costo global de cerca de US$3,4 billones en los próximos cinco años.
Por ejemplo, al revisar los antecedentes de una economía como la de EE.UU. cuando ocurrieron fenómenos similares en 1982 y 1998, la economía decreció un 3% la década siguiente de lo que hubiera sido sin el fenómeno.
Por eso, los investigadores señalan que un evento de magnitud similar en estos años, le podría costar a la economía de EE.UU. unos US$699 mil millones.
Vale la pena hacer notar que países con costa en el océano Pacífico como Perú e Indonesia sufrieron una caída del 10% en la producción económica durante los siguientes años tras los eventos del 82 y el 98.
Por esa razón los investigadores anotan que las pérdidas globales podrían superar los US$84 billones en este siglo si el calentamiento global aumenta la frecuencia, pero sobre todo, la intensidad del fenómeno de El Niño.
“El Niño no es simplemente un fuerte golpe del que una economía se recupera de inmediato. Nuestro estudio muestra que la productividad económica después de El Niño se comprime durante mucho más tiempo que simplemente el año posterior al evento”, explica Justin Mankin, coautor del estudio y profesor asistente de geografía en Dartmouth College.
“Cuando hablamos de El Niño en Estados Unidos, por ejemplo, significa que las clases de impacto y daños que veremos por los deslizamiento de tierra e inundaciones no están protegidos por los seguros que utilizan los hogares y las empresas”, señala Mankin.
Y añade: “En California el 98% de los propietarios de vivienda no tiene seguro contra inundaciones”, señala.
Otros impactos en la economía de los países van a ser los daños en la infraestructura por las fuertes inundaciones, que puede producir una irrupción en la cadena de suministro de alimentos.
A esto se le suma enormes pérdidas en las siembras por inundaciones o sequías.
¿Fuerte invierno?
Pero en los países de América del Norte, ¿la gente debería estar preocupada por un invierno muy miserable este año debido a El Niño?
No necesariamente. Aunque El Niño puede traer períodos de clima extremo a Norteamérica, no siempre lo hace.
De acuerdo a DeWitt, durante El Niño, las corrientes de aire que usualmente empujan las aguas cálidas hacia el océano Pacífico se debilitan en el costado occidental, lo que permite que estas aguas cálidas se dirijan hacia el oriente y se propaguen sobre una mayor área en el océano que la habitual.
Esto conduce a un aire mucho más húmedo sobre un océano caliente que altera la circulación del aire en la atmósfera alrededor del mundo.
En América del Norte esto significa tener un invierno mucho más seco y cálido de lo normal en Canadá y en los estados del norte de EE.UU., mientras que en el sur se puede tener un invierno más húmedo.
El Niño también reduce el número de huracanes en el océano Atlántico, pero puede conducir a un mayor número de huracanes en la costa del Pacífico.
Pero estos efectos dependen enteramente de la intensidad de El Niño que los produzca.
DeWitt advierte que los estados en el sur de EE.UU. están más expuestos a experimentar efectos devastadores, que incluyen fuertes lluvias y potenciales inundaciones.
Esto se debe a que han estado sometidos a los efectos de la sequía que dejó otro fenómeno, La Niña, durante tres años consecutivos.
“Frecuentemente, lo que pasa durante El Niño es que cuando la lluvia llega, ocurre muy rápido. Esto puede causar deslizamientos de tierra en zonas afectadas por la sequía o por incendios forestales, que además pueden ser devastadores”, señaló.
De acuerdo al científico, el suelo seco pierde la capacidad de retener el agua, lo que puede conducir a los deslizamientos.
La fuerte intensidad de El Niño que sufrió la zona de California en 1998 y 2016, condujo a devastadoras inundaciones y deslizamientos de tierra.
Los mismos fenómenos produjeron enormes tormentas de nieve en el estado de New England (en el norte de EE.UU.) y tornados que causaron varias muertes en Florida.