El escritor y dramaturgo Celestino Gorostiza, fundador y director de los grupos Teatro de Ulises y Teatro de Orientación, los cuales contribuyeron a la transformación de la escena teatral de nuestro país en el siglo XX, es recordado por la Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), a través de la Coordinación Nacional de Teatro (CNT), en el 55 aniversario de su deceso.

Con una trayectoria polifacética como director de escena, crítico, traductor, funcionario y promotor de grupos artísticos, Gorostiza nació en Villahermosa, Tabasco, el 31 de enero de 1904. Realizó estudios en el Instituto Científico y Literario de Aguascalientes y fue secretario del Conservatorio Nacional de Música, jefe del Departamento de Teatro y director del INBAL, así como director de la empresa cinematográfica CLASA.

Fundador de la Academia Mexicana de Ciencias y Artes Cinematográficas, también fue presidente de la Academia Cinematográfica de México y miembro de la Academia Mexicana de la Lengua desde 1960. Recibió los premios Juan Ruiz de Alarcón 1952, Palmas Académicas y la Legión de Honor por parte del gobierno de Francia.

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Profesor de actuación en la Escuela de Arte Dramático, es considerado impulsor de la universalidad del teatro mexicano. Su vocación escénica inició de manera paralela a la de su hermano, el poeta José Gorostiza, con la creación de un teatro de marionetas.

Su notable preocupación y gusto por las artes escénicas se complementó con la creación literaria. Escribió novelas, ensayo y crítica. Su obra incluye: El ensayo y la crítica en la revista Contemporáneos (1928-1931), El espectador (1930), El nuevo paraíso (1930), La escuela del amor (1935), Ser o no ser (1935), Escombros del sueño (1939), La mujer ideal (1943), El color de nuestra piel (1953), Columna social (1956), La leña está verde (1958). Como director de cine se pueden mencionar Ave de paso (1948), Naná (1944) y Sinfonía de una vida (1946).

En 1956, Celestino Gorostiza hizo referencia a la evolución de las artes escénicas en la publicación Teatro mexicano del siglo XX, en la que mencionó: “El teatro mexicano renunció a sus ambiciones de universalidad, que se propuso desde 1928, y a partir de 1947 se hace más nacional, más local, con fisonomía, carácter y estilo propios.

“Quisieron circular —escribió Gorostiza— como ciudadanos del mundo, pero exactamente en la forma en que pueden hacerlo tanto los ciudadanos como el teatro: con un pasaporte de su país y un visado de las naciones extranjeras”.

En noviembre de 2003, el también escritor y dramaturgo Víctor Hugo Rascón Banda hizo referencia a su legado al señalar: “Es importante y oportuna la publicación de las obras de Celestino Gorostiza para descubrirlo, revalorarlo, y porque a través de sus obras no habla él, sino la sociedad de su tiempo. Y es un acto de justicia para un hombre y un autor ejemplar”.

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