En algunas ocasiones, el cine estadounidense ha sido capaz de radiografiar los acontecimientos sociales que ocurrían en su país. Y eso que producir una película requiere un tiempo —y una inversión económica— que suele alejarla de la actualidad, una posibilidad —la de aparecer cerca de los acontecimientos— que es más sencilla para las artes plásticas, la literatura o la música. Aun así, en la gran pantalla se han proyectado durante décadas retratos del racismo contra el que estos días protestan miles de estadounidenses, tras la muerte de George Floyd, fallecido de un “fallo cardiopulmonar” y por complicaciones debido a la actuación de la policía y “la compresión del cuello”, según la autopsia oficial.

‘CONSPIRACIÓN DE SILENCIO’ (1955)

La primera película de esta lista, dirigida por John Sturges, habla del racismo en general, y no solo sobre la opresión a los afroamericanos. Spencer Tracy (que años más tarde sí actuaría en un alegato antisegregación de los negros como Adivina quién viene esta noche) llega a un pequeño pueblo, Black Rock, en el medio Oeste estadounidense, para encontrar Joe Komaco, un granjero japonés padre del hombre que le salvó la vida en la recién finalizada Segunda Guerra Mundial —se desarrolla en 1945—. Sin embargo, los habitantes del pueblo no quieren saber nada de este excombatiente lisiado (le falta un brazo), que a pesar de ellos logrará desentrañar la horrible verdad que ocultan, que incluye un asesinato motivado por la venganza y la envidia. Más allá de esta película, otros filmes han mostrado cómo EE UU encarceló en campos de concentración y torturó a la numerosa población japonesa que habitaba principalmente en la costa Oeste. Otro buen ejemplo es Mientras nieva sobre los cedros, y en la literatura la última trilogía de novelas de James Ellroy, que de paso reflexiona a su vez sobre el racismo a los latinos. De ese odio a lo hispano hay numerosas pruebas audiovisuales, y un testimonio musical sobrecogedor: Chávez Ravine, un álbum de 2005 de Ry Cooder, que recopila canciones relacionadas con el barrio homónimo de Los Ángeles destruido en los años cincuenta para levantar un estadio de béisbol.

‘EN EL CALOR DE LA NOCHE’ (1967)

Sidney Poitier y Harry Belafonte casi fueron asesinados por el Ku Klux Klan en Misisipi, así que cuando en 1966 Poitier protagonizó esta película se negó a filmar en escenarios naturales y el sur de EE UU se recreó en Illinois. Porque es a ese sur supremacista blanco adonde es enviado un policía negro para investigar un crimen racista. Por cierto, como no encontraron una plantación de algodón en el norte, el equipo filmó durante unos días en Tennessee: Poitier durmió allí con una pistola bajo la almohada. En el reparto de este thriller de Norman Jewison hay numerosos actores encarnando a personajes racistas que en la vida real fueron enormes luchadores proderechos civiles.

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‘ARDE MISSISSIPPI’ (1988)

Dos agentes del FBI son enviados a Jessup (Misisipi) en 1964 a investigar la desaparición de varios activistas por los derechos civiles. Uno es el liberal Alan Ward (Willem Dafoe), que procede del norte; el otro, Rupert Anderson (Gene Hackman), es un exsheriff de un pueblo de ese mismo estado, que conoce bien la sociedad en la que se mueven. Y ahí está el dilema: ¿moralidad e investigación desde el raciocinio y la mesura o sacar la información con las mismas violentas maneras que usan los criminales? Alan Parker dirigió este drama basado en hechos reales, y tan real en su rodaje que hubo extras del Ku Klux Klan en alguna secuencia.

‘HAZ LO QUE DEBAS’ (1989)

Spike Lee ha dedicado al racismo sus mejores trabajos, bien de forma directa, como esta Haz lo que debas, Malcom X, Chi-raq o Infiltrado en el KKKlan, o de manera más sinuosa, como en una de sus obras maestras, La última hora, con su excepcional monólogo ante el espejo de “los otros”. En Haz lo que debas, una pizzería italiana en un barrio afroamericano de Brooklyn será la olla a presión en la que se cueza todo un soterrado conflicto racial en un Nueva York que hierve de calor. En el filme ya hay asesinatos a manos de la policía, reflexiones sobre la falta de empatía con el otro, imágenes de violencia callejera… y mensaje final de reconciliación. Imprescindible para estos días.

‘12 AÑOS DE ESCLAVITUD’ (2013)

En este recorrido no pueden faltar ilustraciones sobre las décadas de esclavitud en EE UU, que también se han visto en el cine en, por ejemplo, Amistad o Django desencadenado o en televisión en la mítica Raíces. 12 años de esclavitud, de uno de los grandes del cine actual, Steve McQueen, muestra la historia real de un hombre libre estadounidense, Solomon Northup, que es secuestrado y vendido como esclavo a una plantación en 1840. Las barbaridades que ve y sufre las contó posteriormente en su autobiografía. Ganó el Oscar a mejor película.

‘SELMA’ (2014)

Ava DuVernay se ha convertido en una interesante cronista contemporánea del racismo en EE UU. Además de Selma, ha dirigido la miniserie Así nos ven, sobre la falsa acusación a los cinco de Central Park, un grupo de jóvenes que fue encarcelado durante años por un crimen que no cometió en 1989. En Selma realiza la crónica de la lucha de Martin Luther King por la igualdad en los derechos civiles y su marcha de Selma a Montgomery (Alabama) en 1965. Durante años hubo rumores sobre por qué solo había logrado dos candidaturas a los Oscar (mejor película y mejor canción, que ganó). Hace unos días David Oyelowo, que encarnó a Luther King, contó en Screen International que durante el estreno de la película en Los Ángeles llevaron camisetas donde podía leerse “I Can’t Breathe” en homenaje a Eric Garner, otro afroamericano asesinado por la policía en julio de 2014 (desgraciadamente, esas también fueron las últimas palabras de George Floyd), y que varios académicos les anunciaron que no serían candidatos porque estaban “removiendo la mierda”.

‘LOVING’ (2016)

Otro tabú en EE UU: los matrimonios interraciales. Como el que protagonizó la pareja de esta película, que solo quería casarse y vivir donde desease. Su caso llegó al Tribunal Supremo, que el 12 de junio de 1967 abolió la prohibición del matrimonio interracial que aún regía en parte de los EE UU, entre ellos Virginia, estado natal y en el que querían residir Richard Loving (blanco, con un apellido que curiosamente resumió toda su vida) y Mildred Jeter (de herencia africana, apache y rappahannock). Eran sencillamente una pareja de clase obrera, sin intención de pasar a la Historia pero cuya lucha acabó con todo un entramado legal contra el mestizaje. A ellos dedicó Jeff Nichols su película Loving (2016), otra joya de su filmografía.

‘I AM NOT YOUR NEGRO’ (2016)

“La historia no es el pasado, es el presente”, decía el pensador afroamericano James Baldwin, y Raoul Peck, que llevó sus reflexiones a la pantalla, también lo cree. I Am Not Your Negro es un excepcional documental que fue candidato al Oscar y que ilustra los textos de Remember This House, el libro que Baldwin empezó en 1979. Samuel L. Jackson pone voz —imitando el especial deje del escritor— a esa lectura, y en pantalla se ven entrevistas con Baldwin, algunas de sus conferencias e imágenes de aquellos años y de la actualidad. Devastador, alcanza un clarividente paralelismo entre lo ocurrido y lo que sucede en 2020.

‘DÉJAME SALIR’ (2017)

Una pareja interracial: él negro, ella blanca. Un posible fin de semana idílico en casa de los padres de la chica. Jordan Peele hurga en el corazón de las tinieblas estadounidenses para levantar un filme de terror sobre la discriminación. Primero, en una extraña fiesta donde algunas pinceladas hablan de racismo con comentarios sutiles. Después, en una espiral de horror que arrasa con el espectador. Déjame salir fue un taquillazo y encumbró a Peele gracias su película, considerada la primera sobre el racismo posépoca de Obama.

‘DETROIT’ (2017)

En julio de 1967 en Detroit estallaron unos brutales disturbios raciales durante cinco días. La noche del primero, la policía entró en un bar clandestino y arrestó a las 85 personas, todas negras, que estaban dentro. Ahí se encendió la mecha de unas protestas que cuando acabaron dejaron 7.000 arrestos y 43 muertos, casi todos negros. Kathryn Bigelow se fija en Detroit en el motel Algiers, regentado por afroamericanos en el que, en la tercera noche, se encontraban 12 personas —10 negros y dos blancos— cuando soldados de la Guardia Nacional dispararon contra las ventanas y entraron por la fuerza en el hotel. Al acabar la noche, tres de sus ocupantes, desarmados, estaban muertos, y el resto había sido humillado y torturado. Otro caso de abuso policial.

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