Si bien el tren de esta ciudad fronteriza sigue usándose para transportar carga, el ferrocarril de pasajeros, en funcionamiento por más de un siglo, prestó su último servicio el 15 de febrero de 1997, dejando atrás una serie de vestigios que, recientemente, fueron recuperados por la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

Entre 2020 y 2022, personal del Centro INAH Tamaulipas, en diálogo con autoridades del Ayuntamiento de Reynosa, supervisó la restauración de un edificio de la primera mitad del siglo XX –correspondiente a la bodega de la antigua estación del ferrocarril–, a la par que condujo trabajos de supervisión y salvamento arqueológico en un área contigua a este inmueble, donde el gobierno municipal construye el Museo del Ferrocarril de Reynosa, bajo la supervisión del Área de Monumentos Históricos del instituto.

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Los principales hallazgos registrados, informa la investigadora del INAH en la entidad, Seidy Guadalupe Velázquez León, corresponden a elementos de arqueología industrial: rieles de hierro, escarpias o clavos y eclisas que pertenecían a las vías pretéritas.

Aunque se encontraron fragmentados y cubiertos por el concreto que con el paso del tiempo los envolvió, se trata de alrededor de 50 rieles, cuya longitud suma un kilómetro, aproximadamente.

Junto con estos elementos metálicos –algunos de los cuales conservan inscripciones que denotan su elaboración en la Compañía Fundidora de Hierro y Acero de Monterrey, Nuevo León– se localizaron tiestos de loza fina blanca, vidriada, mayólica, termocrisa y gres de finales del siglo XIX y mediados del XX.

Otras piezas halladas, abunda la arqueóloga, son 30 botellas de vidrio y fragmentos de estas, usadas para guardar aceite, medicina, productos de limpieza y, en mayor medida, refrescos y cerveza, los cuales dan cuenta de la vida cotidiana en la estación ferroviaria.

También se identificó la cimentación de la antigua estación de Reynosa, aledaña a la citada bodega, del primer cuarto del siglo XX.

De acuerdo con Velázquez León, la importancia de recuperar estos objetos es que servirán para develar la historia de este municipio, y generar un sentido de pertenencia y arraigo entre los reynosenses.

En este sentido, la arqueóloga explica que Reynosa, en su ubicación actual, es una ciudad relativamente joven, ya que fue trasladada a inicios del siglo XIX como una solución a las inundaciones que la otrora Villa de Nuestra Señora de Guadalupe sufría en su emplazamiento original.

“Asimismo, dada su condición fronteriza, se ha vuelto una ciudad de tránsito, a la que acuden muchos mexicanos, centroamericanos e, incluso, personas del continente africano que buscan llegar a Estados Unidos”.

Lo anterior, subraya la investigadora, ha hecho difícil generar un sentido de pertenencia en la localidad. No obstante, descubrimientos arqueológicos como este permiten que ese pasado, a primera vista ausente, aflore nuevamente.

“No se necesita ser tamaulipeco o reynosense para tener arraigo y sentir orgullo de este patrimonio”, finaliza Seidy Guadalupe Velázquez al comentar que la mayor parte de los trabajadores que participaron en la recuperación y la limpieza de los pesados rieles, eran migrantes procedentes de Veracruz.

Cabe anotar que, en la antesala de que concluya la construcción del Museo del Ferrocarril, todos los materiales arqueológicos descubiertos están bajo resguardo del Ayuntamiento de Reynosa, con el objetivo de que, una vez que se cuente con las condiciones necesarias, sean incorporados y expuestos en el nuevo recinto.

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