Mañana martes el peronismo, hoy al frente del gobierno nacional en Argentina, conmemorará los 70 años de la muerte de Eva Duarte de Perón, Evita, “líder espiritual de la Nación”, “abanderada de los humildes”, legendaria esposa del expresidente Juan Domingo Perón, un verdadero mito social y político en el país, y una de las personalidades más influyentes en la segunda mitad del siglo pasado.

  Su figura es norte para ese movimiento político en un país donde aún perduran las diferencias sociales, las crisis económicas y amplias franjas de la población desprotegidas aunque también genera odios viscerales y controversias.

“Si bien la Argentina, por su propia historia, es proclive a una necromanía evidente, hay figuras que se han constituido en mito por diversas razones”, reflexionó el sociólogo Ernesto Bruno Zambrini, coordinador del área de Sociología en la Universidad de Palermo de Buenos Aires.

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“Carlos Gardel -legendaria voz el tango- y su trágica muerte en Medellín (en un accidente aéreo, NDR), Diego Armando Maradona, por su trayectoria tanto en la selección Nacional, el gol con la mano a los ingleses, el haber gambeteado a siete jugadores en ese mundial de 1986, su enfrentamiento a los poderosos, etc. Todo eso hace que no sean mitos con pies de barro y traspasen la barrera del tiempo”, acotó el académico, estudioso del fenómeno del peronismo.

Según Zambrini, el mito Evita tiene varias explicaciones.

“Su obra y su legado hacia los más humildes, su accionar para generar la instauración del voto femenino, el odio que generó ante los poderosos, sus discursos encendidos, su padecimiento físico, la edad crítica de su muerte (33 años, como Jesucristo), el ensañamiento con ella aún después de muerta, el secuestro de su cadáver, su traslado secreto a Italia hicieron de ella una bandera que se aún es símbolo de rebeldía”, subrayó.

Zambrini destacó una frase de Eva Perón para definirla: “dónde hay una necesidad, nace un derecho”.

El historiador Hernán Camarero tampoco duda en considerarla un mito. “Sí, es un mito, construido conscientemente como tal desde el Estado desde el día en que murió e inmediatamente acompañado por el genuino cariño y simpatía de amplias masas populares, y luego, curiosamente, alimentado por la persecución del antiperonismo y un desprecio y odio que hizo hincapié en el carácter aventurero, prostibulario, advenedizo, oportunista, demagógico, corrupto, rencoroso, que encontraban en la mujer también innombrable”, señaló.

“Fue figura importante de la política argentina, sobre todo en el aspecto simbólico y mitológico, en especial, en la construcción y perdurabilidad de la cultura política peronista y también de un imaginario popular algo más amplio”, enfatizó Camarero, doctor en Historia, profesor de la Universidad de Buenos Aires (UBA) e investigador principal del CONICET (ente de investigaciones científicas).

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“Lo notable es que su experiencia ‘vivencial’ fue muy breve, apenas poco más de seis años. A pesar de ciertos relatos, si bien se hizo conocida como la pareja de Perón desde fines de 1944, y por lo tanto logró desde entonces ganar espacio público más allá de su lugar como actriz, fue recién con el acceso de Perón a la presidencia en junio de 1946 que el protagonismo político de Eva se hizo claro y distinguible”, desgranó el historiador, “Con velocidad, desplazó a las entidades tradicionales de la caridad y montó una estructura alternativa en reemplazo, la poderosa Fundación de Ayuda Social, que llevaba su propio nombre, y desde allí desplegó una enorme cantidad de iniciativas de beneficencia social, que le hicieron ganar una creciente simpatía, apoyo e incluso incondicional adhesión por parte de amplios sectores sociales carenciados y postergados”, amplió A partir de eso, destacó el experto, su figura y poder se acrecentaron, “fungiendo no sólo como la esposa del líder, sino como la segunda referencia del ‘gobierno del pueblo’, hasta soñar con ser nominada para la candidatura a la vicepresidencia”.

Esto no sólo no lo logró -la cúpula militar presionó a Perón para evitarlo-, sino que poco después empalmó con su tempranísima muerte el 26 de julio de 1952. “Esa inesperada desaparición la convirtió inmediatamente en mito”, enfatizó Camarero, autor de varios libros y trabajos sobre historia social de Argentina.

“Evita parece significar la retórica revolucionaria, pasional y consecuente de algunos sectores peronistas, o la garantía de la justicia social redistributiva para la mayoría de los y las integrantes de ese movimiento”, deslizó Camarero.

“Para la oposición, Eva concentra los peores vicios de esta cultura política. Evita es una figura irreconciliable del entramado político argentino desde hace setenta años”, amplió.

“Tomando palabras del gran escritor Leopoldo Marechal (1900-1970), Evita generó que ‘una masa numeral se convirtiese en un pueblo esencial’. De alguna manera, los odiadores generan emociones tristes, en cambio su figura impulsa pasiones alegres”, apuntó Zambrini.

“Sabemos que hay una práctica social de sometimiento y una práctica de emancipación y libertad, y el odio es una poderosa arma política para seducir a mediocres y resentidos. Su práctica (la de Evita, NDR) era un canto a los derechos, a la libertad, a la emancipación, a la esperanza…”, completó el sociólogo.

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