El escritor ha fallecido está mañana a las 8:20 am, hora de Italia, en el hospital Santo Spirito, donde se recuperaba de un ataque cardiaco. Por voluntad del escritor y de su familia el funeral se llevará mañana de forma muy privada.

Camilleri se quedó ciego en los últimos tiempos, pero continuó escribiendo con la ayuda de la secretaria, Valentina Alferj, que lo asistía desde hace 17 años. Simpatizante de la izquierda, el escritor ha mantenido siempre un espíritu irónico y crítico. «La ceguera me ha hecho libre. Así no debe ver ya mi cara de imbécil. Ahora mis sueños están repletos de colores». Al escritor no le gustaba ninguno de los políticos actuales de Italia. Especialmente duros han sido sus juicios sobre el líder de la Liga y ministro del Interior, Matteo Salvini: “No creo en Dios, pero ver con el rosario a Salvini me da una sensación de vómito”.

El escritor más vendido y amado por los italianos, creador del ya universal comisario Montalbano, no tuvo un inicio fácil. Su primera novela, “El curso de las cosas” (1978), fue rechazado por diez editoriales y finalmente lo publicó Lalli, un editor que imprimía los libros previo pago, pero en el caso de Camilleri hizo una excepción y se lo hizo gratis. Fue una vocación tardía la de escritor: La comenzó a los 53 años, después de una vida pasada en la Radiotelevisión italiana como realizador. Un famoso hombre de la televisión, Maurizio Costanzo, lo llevó a su programa y lo lanzó con estas palabras: “A quien compre un libro de Camilleri y no quede contento con su lectura, le devuelvo el importe. A partir de ese momento comenzó también a colaborar en el periódico “Il Mesaggero”.

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Camilleri era incansable y tenía diversos planes, a pesar de sus dificultades físicas. Cuando tuvo el infarto, se estaba preparando para estar presente por primera vez en el escenario de las Termas de Caracalla, el 15 de julio, interpretando a Caín, un espectáculo sobre su obra “Autodefensa de Caín”, dentro de la programación veraniega del Teatro de la Ópera de Roma.

Era muy disciplinado para la escritura. Muy madrugador, dedicaba la mañana a escribir y, desde que se quedó ciego, a dictar a su secretaria. En el 2005 escribió “Riccardino”, la novela que pone fin a la saga de su célebre personaje “Montalbano”. Se la envió a su editor, Sellerio, con una condición: No se podía publicar hasta después de su fallecimiento. Desde entonces, Camilleri escribió otras 18 novelas.

Andrea Camilleri un personaje con espíritu siempre jovial, fumador empedernido, ha logrado transmitir a sus lectores su amor por su tierra siciliana, habituando a sus lectores al léxico y al paisaje de la isla. En sus más de 100 libros entre novelas, cuentos, ensayos y escritos varios, el prolífico autor ha plasmado un sinfín de historias con los sabores y colores de Sicilia, historias que sacadas de su inagotable capacidad de invención, pero que tenían siempre un hilo que las ligaba a hechos que realmente habían sucedido.

Así contaba en una larga entrevista con este corresponsal esa fórmula para escribir que era la clave de su éxito: “La única regla a la que obedezco es la necesidad, es decir, me pongo a escribir de una historia cuando tengo la absoluta necesidad de contarla. Necesito un punto de partida que sea real, y alrededor de esa realidad puedo construir todo lo que quiero. Si no hay ese estímulo inicial, no logro escribir”.

Desde hace más de 25 años, Camilleri ha contado las investigaciones del comisario Montalbano en libros publicados por Sellerio, la editorial de Palermo que publicó las 26 novelas, traducidas en 25 idiomas, que tienen por protagonista al célebre personaje.

Cada nuevo título permanecía durante semanas en los primeros puestos de la clasificación de ventas, habiendo vendido más de 25 millones de copias. El comisario Montalbano ha sido también el más amado en la televisión italiana –once millones de espectadores siguen cada episodio-, una serie que ha conquistado también público en todo el mundo, pues ha sido vendida a 64 países.

Este éxito arrollador del comisario Montalbano no sabía explicárselo ni el propio Camilleri: “Es muy difícil explicarlo. Ni yo me lo explico. Al crear el personaje me propuse que no fuera un policía americano, porque no hubiera funcionado; que no fuera un policía privado, porque hubiera estado limitado en sus funciones; escogí un comisario institucional, es decir, de la seguridad pública. El modelo inmediato es el inspector Maigret, de Georges Simenon. Creé un personaje que no fuera inquietante, al que pudieras invitar a comer o cenar y estar tranquilo charlando con él; un personaje leal que respeta la palabra dada y que se rebela a las órdenes cuando son absurdas. Los lectores han encontrado estos datos positivos y por eso gusta Montalbano”.

Considerado como uno de los padres de la novela negra del Mediterráneo, Camilleri tenía especial amistad con Manuel Vázquel Montalbán. El escritor, guionista y dramaturgo, había comentado en varias ocasiones cómo le hubiera gustado despedirse de su público: “Si pudiera, me gustaría terminar mi carrera sentado en una plaza contando historias, y al terminar pasar entre la audiencia con el sombrero en la mano”. Cuando se le preguntaba cómo le gustaría ser recordado, el maestro decía siempre lo mismo: “Como una buena persona”.

Con información de Repubblica

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