Contradictorio, omiso de la realidad, incongruente, carente de un diagnóstico amplio, con metas extrañas y limitadas, con gran desconocimiento de los logros del pasado y de la trayectoria de las instituciones, una preocupante ausencia de la iniciativa privada y las organizaciones civiles y ninguna mención al contexto de emergencia que vive el sector cultural por la pandemia.

Así califican los analistas culturales Bolfy Cottom, Eduardo Cruz Vázquez y Carlos Villaseñor al Programa Sectorial de Cultura 2020-2024, que la Secretaría de Cultura (SC) federal publicó ayer en el Diario Oficial de la Federación, así como el decreto por el que se aprueba, que entra hoy en vigor.

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Sus diagnósticos no son objetivos. Ellos tienen sus datos, pero nunca convocaron a los diversos sectores de la cultura para verter de manera concisa cuál era la problemática que se está viviendo”, afirma Cottom.

Es omiso con el pasado, no se dice cómo estaban las cosas. Este texto es el posicionamiento ideológico del proyecto populista del presidente”, agrega Cruz Vázquez.

El retraso con el que sale el programa lo coloca en un momento ya avanzada la pandemia. Esto complica su instrumentación como está escrito. La pandemia ha venido a alterar radicalmente los contextos. La pregunta es si actualizarán o modificarán las metas planteadas o las van a conservar”, añade Villaseñor.

El programa, presume la SC en un comunicado, “es el primero en la historia de las instituciones culturales de México y abona a la construcción de una cultura para la paz, para el bienestar y para todos”.

Alejandra Frausto, titular de la dependencia, detalla que “se rige bajo el principio de no dejar a nadie atrás, a nadie fuera, por lo que trabajará para garantizar el acceso a la cultura de forma igualitaria para todas las personas, priorizando a los grupos históricamente excluidos”.

El documento apuesta por la creación de políticas culturales incluyentes, redistribuir la riqueza cultural, fortalecer las políticas de estímulos a la creación, construir nuevos modelos de financiamiento, reestructurar la política cultural dirigida a infancias y juventudes, velar por el patrimonio cultural y diversificar los modelos educativos en materia de arte y cultura, entre otros aspectos.

No dudo de las buenas intenciones de los objetivos. Pero es contradictorio que busquen eso y practiquen una política de abandonar presupuestalmente a las instituciones públicas y permitir que se pierdan fideicomisos, fondos, es de una contradicción inusitada”, indica Cottom.

El investigador del INAH explica que es lógico que este programa sea el primero sectorial, pues la SC se acaba de crear. “Esto no quiere decir que no hayan existido programas especiales. Hay muchas cosas que retoman de los programas especiales anteriores, sólo cambió la formalidad. El que sea el primero no es trascendente, no me impresiona.

El discurso no está mal, porque recoge las luchas que se han dado en el sector durante mucho tiempo. El problema es la realidad que nos hace poner los pies en la tierra. Se publica con seis o siete meses de retraso. Debería haber hecho una mención mínima del contexto de emergencia por la pandemia y no se dice nada”, aclara.

LAS CONTRADICCIONES

Cottom menciona como ejemplo de contradicción el tercer objetivo del programa, que habla de garantizar el acceso a los bienes culturales. “Pero si ves el abandono en el que han caído los creadores, el convenio entre el INBA y el ISSSTE para deshacerse del Teatro Jiménez Rueda, es contradictorio. Y en cuanto a la educación artística, hay un abandono de las escuelas, una incertidumbre en su operatividad y la infraestructura es deplorable”.

Expresa que se menciona un presupuesto aprobado por la Cámara Diputados, “pero no toman en cuenta lo que sucede con la Ley de Austeridad. Tendríamos todo el derecho de exigir que se respete el presupuesto aprobado”.

Por su parte, Cruz Vázquez ve dos elementos ausentes. “El primero es la factibilidad cultural del desarrollo. Es decir, que todos los programas sectoriales tendrían que contar con un diagnóstico mucho más amplio y preciso sobre las implicaciones que tienen para los próximos años. Y el otro, es que se tiene que hacer una perspectiva de carácter presupuestal y no hay un solo punto que aborde este tema”.

El especialista encuentra, incluso, “una redacción un poco grosera: como diciendo ‘entiendan, es urgente la inclusión de los marginados’, me parece insolente para el resto de la gente.

Yo tenía la ilusión de que harían el enorme esfuerzo de hacer un documento robusto, completo, que aprovecharían esta última oportunidad de decir las cosas como son, de hacer cuentas con el pasado y poner en perspectiva lo que tienen. Pero la desaprovecharon”, concluye.

Y Villaseñor critica que no se menciona el proceso de reorganización de la gobernanza de la propia secretaría. “Tenemos noticias extraoficiales de que se está haciendo una reorganización institucional, de organigramas y estructuras, incluso muchas de las dependencias cambiarán de nombre. Se espera el reglamento interno”.

Le parecen extrañas y limitadas las metas que parten de un avance de cero en 2018, como las acciones de capacitación comunitaria para conservar el patrimonio o las lenguas nacionales atendidas para su fortalecimiento, cuando instituciones como el INAH y el INALI han trabajado esto durante años. “Estamos viendo es un tremendo recorte a las instituciones encargadas de estas actividades”.

Los entrevistados coinciden en que es fundamental dar seguimiento a cómo se cumplirán las metas y los objetivos del programa en lo que resta de un sexenio mermado por la crisis económica.

CULTURA Y BIENESTAR

“La cultura es bienestar”, comentó ayer la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, en la conferencia de prensa Avances y resultados de los programas bienestar y reactivación económica, en la que participó a invitación de la secretaria de Bienestar, Luisa María Alcalde.

La funcionaria afirmó que un ejemplo de lo anterior es que, durante la contingencia sanitaria, el disfrute de música, literatura, teatro y materiales audiovisuales ha contribuido a paliar los niveles de estrés y de angustia generados entre la población.

En el balance destacó la plataforma digital Contigo en la Distancia, en la que han participado más de mil artistas con más de cuatro mil producciones originales y que supera las 2.5 millones de visitas. Y detalló que el programa Movimiento de arte en casa benefició a mil 351 creadores, y Espacios Escénicos Independientes en Resiliencia a 91 recintos de espectáculos. En total, dijo, a través de las 20 convocatorias, se han dispersado alrededor de 40 millones de pesos.

-Virginia Bautista

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