El más reciente descubrimiento en la zona de Tlatelolco, el Templo de Ehécatl-Quetzalcóatl, podrá ser admirado por las personas a través de una ventana arqueológica desde la avenida Ricardo Flores Magón y desde el estacionamiento subterráneo del centro comercial aledaño.

Durante la inauguración, el director general del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Diego Prieto Hernández, indicó que mediante esta ventana y sus distintas formas de ser apreciada, se podrá observar este edificio mexica-tlatelolca.

“Este sitio nos permite apreciar el conjunto arqueológico de Tlatelolco, porque no solamente es la zona arqueológica y el museo, sino también las áreas que se van incorporando y que podrán ser visitadas por los niños, por familias completas”, indicó respecto al recinto ceremonial de 400 metros cuadrados.

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Las personas interesadas podrán tener acceso al templo mediante una visita guiada la cual debe programarse en las oficinas de la Zona Arquélogica de Tlatelalco.

El director del Proyecto Tlatelolco 1987-2018, Salvador Guilliem, explicó que el templo fue descubierto en 2014 por arqueólogos que aprovecharon la demolición del supermercado El Sardinero, y con las excavaciones se reveló que a tres metros de profundidad se encontraba una edificación dedicada al Dios del Viento.

“Se ha impulsado la puesta en valor social de este edificio prehispánico con la participación de las diversas áreas del INAH involucradas, contando siempre con el respaldo la comprensión y la paciencia de los inversionistas quienes estuvieron dispuestos a ceder el espacio y apoyar la habilitación de esta ventana arqueológica”, indicaron los involucrados.

Asimismo, se aclaró que el espacio será administrado por el INAH, pero es parte de la propiedad de los inversionistas, en este caso del Bufete de Desarrollo Inmobiliario BDI, quienes efectuaron la Plaza Tlatelolco en cuyo espacio subterráneo se encuentra el templo, lo cual les requirió mayor costo para su preservación.

Los arqueólogos del INAH detallaron que refleja tres momentos distintos en su crecimiento a lo largo de unos 250 años; además, está orientado al Oriente, con relación a la salida del sol.

Incluye una plataforma circular con un adosamiento rectangular al Oriente, la cual funcionaba como zona liminar de contacto entre hombres y dioses y cuenta con 12 metros de diámetro y una plataforma de acceso de cuatro metros hacia el frente.

Debajo de ese se oculta otro de planta bicónica elaborado en piedra de tezontle careada, con forma de reloj de arena que tiene un diámetro de 11.40 metros por 120 metros de alto y data del siglo XIV, en el cual debió coronarse con un adoratorio para una escultura de la deidad.

Por su parte, Juan Carlos Equihua precisó que encontraron diversos rellenos porque los mismos tlatelolcas cancelaron el espacio para construir lo que los especialistas denominan la tercera etapa.

Además, a distintos niveles y partes del templo de Ehécatl se localizó una veintena de entierros que contuvieron restos de 32 individuos, en su mayoría adultos, los cuales fueron colocados bocarriba y de lado; el 30 por ciento de dicha cifra se encontraba en la primera y segunda infancia al momento de la muerte y la mayoría fue dispuesto en ollas.

Destaca también el hallazgo de una cista-ofrenda en el acceso oriental del templo que contenía la osamenta de un recién nacido, huesos de ave, obsidiana, espinas de maguey, restos de copal y una cuenta circular de piedra verde, aunado a una olla con malacates, incenciarios y figuras de cerámica con representaciones de monos y picos de pato, vinculadas a Dios del Viento y de la Lluvia para atraer ésta.

Finalmente, Prieto Hernández aseguró que el INAH siempre tiene que ir ponderando el avance de la investigación, el cuidado del patrimonio y la vitalidad de una ciudad que sigue viviendo, creciendo y planteando necesidades sociales, urbanas y económicas que no se pueden desconocer.

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