Las mujeres tienen que nacer guerreras o, de lo contrario, pierden; deben levantarse y luchar cada día por su derecho a existir”, afirma la poeta libanesa Joumana Haddad (1970).

En entrevista con Excélsior, la también activista, quien acaba de publicar su primera novela, La hija de la costurera (Lumen), comenta que la resistencia y la lucha han caracterizado a la mujer en todas las culturas.

La historia de esta sobrevivencia y la identidad de la mujer árabe nutren “La hija de la costurera”, en la que narra la vida de cuatro mujeres que podrían ser la misma: abuela, madre, hija y bisnieta.

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Crea a cuatro mujeres nacidas en distintas guerras, Palestina, Siria, Líbano y el genocidio armenio, que se unen en un absurdo tejido del destino a través del amor, el dolor, la maternidad, el duelo y la ferocidad de la lucha por seguir adelante.

Sobre la identidad de la mujer árabe, Haddad cree que, “más allá de los estereotipos, y de lo que es real en ellos o irreal, lo que es verdadero o inventado, una mujer árabe es como cualquier otra mujer sobre la faz de la tierra: sufre de desigualdad, discriminación, sexismo, prejuicios, violencia, odio, ostracismo, exclusión, y la lista continúa.

Esto hace que todas las mujeres del mundo pertenezcan a la misma cultura: la del patriarcado, una cultura criminal que debe terminar”, sentencia.

La autora de El retorno de Lilith y Yo maté a Sherezade explica que, durante los cien años en los que se desarrollan las historias de la novela, las cosas no han cambiado mucho para la mujer árabe.

Más allá de los pequeños o grandes pasos adelante que hemos logrado, todavía estamos atascados en un ciclo de violencia y odio. Es cierto que tenemos derecho a votar, pero ¿cuántas mujeres árabes son influyentes en la política y forman parte del proceso de toma de decisiones? Estamos obteniendo títulos universitarios, pero ¿cuántas están recibiendo salarios iguales por el mismo trabajo o trabajando en puestos superiores?

Es cierto que en Arabia Saudita pueden incluso conducir coches ahora (qué logro tan absurdo en el siglo XXI), pero ¿cuántas mujeres árabes son libres de vivir sus vidas como quieren? Mientras tanto, todavía tenemos asesinatos de honor, feminicidios, mutilación genital, novias infantiles… Así que, las cosas no han cambiado tanto”, considera.

La traductora destaca que la memoria fue importante en la confección de La hija de la costurera, pero también la imaginación. “Porque tenía que imaginar un pasado del que sabía muy poco. Y construí ese pasado con mis visiones, mi creatividad, mis emociones, usando la intensidad del vínculo que me conecta con mi abuela”.

El presente

Sobre qué representan el amor y la maternidad para la mujer contemporánea, la autora de Cuando me hice fruta y Superman es árabe, añade que es una elección y la mujer debe ser completamente libre de tomar esa decisión o no.

Tenemos que liberarnos de toda la programación y el lavado de cerebro que se nos ha impuesto durante siglos. ¿Quieres ser madre? Eso es genial. Pero si no lo haces, eso también debería ser tu derecho absoluto. Y no es justo que la gente te mire con condescendencia, como si fueras una mujer incompleta, ¡sólo porque querías algo más en tu vida!”.

Respecto a cómo enfrentan el dolor, el duelo y la violencia, confiesa que, “cuando era más joven, solía considerar el dolor como una debilidad, y lo odiaba e intentaba combatirlo, en vano. Pero, con el tiempo, he llegado a aceptar la tristeza como parte de mí, como esa parte de todos nosotros. No puedes estar en este mundo sin tener tu parte de dolor y sufrimiento.

Obviamente, hay grados de miseria, y algunas personas nacen con una gran porción, otras con menos. Eso es injusto, pero también es así la vida: injusta y arbitraria en todo lo que da y en todo lo que niega”, indica.

La escritora que vive en Beirut habla sobre la pandemia que enfrentamos. “Nunca fui alguien que necesitara la constante compañía de otras personas, así que no sufro por el distanciamiento social. Pero esta crisis hace preguntarme aún más sobre lo absurdo de la vida. La existencia siempre ha sido para mí una especie de jaula en la que los humanos estamos atrapados, pero ahora todos podemos ver los barrotes de la prisión”.

Haddad dice que ahora trata de trabajar en una nueva novela. “Pero me cuesta concentrarme durante esta crisis. Es raro, porque tengo mucho tiempo libre. Pero me di cuenta que no necesito ‘tiempo’ para escribir. Sólo necesito ser capaz de olvidar, por un tiempo, que estoy viva. Es decir, sentirme libre”, finaliza.

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