Tres espadas jinetas del siglo XV, una daga de orejas y su vaina atribuida al sultán Boabdil, un libro sobre las cualidades científicas de los animales, el imponente Grifo de Pisa o los dos surtidores andalusíes con forma de cervatillo, cara a cara, por primera vez, son algunas de las historias que se esconden tras la exposición Las artes del metal en al-Ándalus, organizada por el Museo Arqueológico Nacional (MAN) en colaboración con el Ministerio de Cultura y Deporte, Acción Cultural Española, el Museo Arqueológico de Alicante (MARQ) y el apoyo de ASISA.

El metal como hilo conector del calor, la electricidad y ahora también de esta muestra que va desde la prehistoria y protohistoria hasta la época romana y el Al-Ándalus, en un recorrido temático y cronológico, que ha tardado cuatro años en formalizarse.  La muestra, comparte su comisario, Sergio Vidal, nace con la vocación de “mostrar a la ciudadanía la excelencia técnica y refinamiento cultural de una de las civilizaciones más importantes de la Edad Media. Con esta exposición saldamos una deuda pendiente con nuestro legado andalusí al ser la primera vez que se dedica una monográfica al mundo del metal del Al-Ándalus”.

Joyas, monedas, objetos cotidianos… Hasta un total de 264 piezas de más de treinta museos, la mayoría nacionales, pero también procedentes de Italia, Portugal, Francia y Alemania, reúne esta iniciativa que pone en relieve el alto grado tecnológico, científico y el gran refinamiento alcanzados durante la época andalusí.

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La muestra que se inicia sobre las primeras presencias de la metalurgia en la Península Ibérica, repasa la importancia de la minería y otras materias en nuestro país. “Un elemento muy importante –señala Vidal-, es el mercurio. La Península era el lugar principal de extracción de mercurio en la Edad Media”.

Hasta Madrid ha viajado además, de la mano del MARQ y del Museo Arqueológico de Denia, un conjunto de piezas descubierto en los años 20 en el interior de una tinaja que nos hablan de un concepto tan actual como es el reciclaje. “El metal es un elemento fácilmente reciclable, simplemente con una fuente de calor se funde y se vuelve a utilizar. Estas piezas cruzaron todo el Mediterráneo, desde el califato fatimí, para ser utilizadas y para ser fundidas”, reflexiona el comisario.

Objetos para la práctica de la religión, el uso cotidiano o el estudio de la ciencia, como un globo celeste que representa 47 de las 48 constelaciones ptolemaicas o el astrolabio del siglo XI dan paso a la gran parte central, claramente diferenciada del resto. Entre las curiosidades de este espacio, está El libro de las utilidades de los animales, que se expondrá solo durante tres meses por motivos de conservación, sustituido después por un facsímil. De carácter enciclopédico este texto compilado por Ibn al-Durayhim al-Mawsili en 1354, trata de las cualidades científicas de los animales y su utilización en la elaboración de medicamentos.

Se trata este de un “gran paréntesis”, en palabras de Sergio Vidal, que rompe con el resto de la sala para pasar a un espacio ovalado dedicado a “dos facetas especiales”. Por un lado, las esculturas en bronce con forma de animal, los bronces zoomorfos, con piezas tan emblemáticas como el Grifo de Pisa de finales del siglo XI, que llegó hasta la catedral de la ciudad italiana en la Edad Media como botín de guerra, o dos de las piezas estrellas de la muestra. Las dos esculturas, dos surtidores de una fuente, con forma de cervatillo procedentes de Medina Zahara y de Córdoba. Que se sepa, solo hay tres de estas figuras en el mundo. “Hemos podido reunir dos de las tres y esta es la primera vez que están juntas en una misma exposición temporal”, celebra Vidal. La tercera, “gemela” a la encontrada en Medina Zahara, se encuentra en la actualidad en el Museo de Arte Islámico en Doha (Qatar).

La otra faceta especial, que completa esta parte, la constituye la orfebrería andalusí con algunos de los tesoros de la época califal más importantes como el Tesoro de Charilla, descubierto por casualidad por tres alumnos de EGB en 1977, o el Tesoro de Alcalá la Real, ambos conservados en Jaén.  Entre las joyas de este apartado, se encuentra además la daga de orejas atribuida al sultán Boabdill, el último rey del reino nazarí de Granada, “una pieza excepcional que pocas veces se presta, y que conserva, junto a la daga en sí, la vaina, lo cual la hace todavía más especial”, explica el comisario. Arrebatada de su propietario, capturado en la batalla de Lucena en 1438, se cree que esta daga fue tomada como trofeo al propio Muhammad XII, capturado en la batalla de Lucena en 1483. Aunque se desconoce su procedencia, lo que sí parece cierto es que pertenecía al rey, ya que el escudo que aparece en su vaina era el distintivo de su sultanato.

Junto a ella, con el resto de las piezas de la exposición, y ya fuera de este espacio central, la muestra cuenta además con una espada vinculada también a la figura de Boabdil, como parte de una serie de armas requisadas al sultán durante la denominada cabalgada de Lucena, que más tarde fueron entregadas a Don Diego Fernández de Córdoba por los Reyes Católicos. Presentada junto a otras dos, estas “tres espadas jinetas propiamente granadinas son icónicas del periodo nazarí y se conservan muy pocos ejemplares completos en el mundo”, añade Sergio Vidal.

La exposición que podrá verse también, tras su paso por el MAN, en el Museo Arqueológico de Alicante a partir de junio de 2020, puede visitarse gratuitamente hasta el 26 de abril y se complementará con varias actividades paralelas como visitas guiadas, también gratuitas, y un ciclo de conferencias. Después viajará con el Pabellón de España a la Expo Universal que se celebrará en Dubái. Para su comisario, está claro, «mostrar la memoria de la sociedad de la época a través de sus objetos metálicos ayuda a ampliar la comprensión del mundo pasado a la sociedad del presente».

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