Para recorrer un tianguis de artesanías se requiere ir con tiempo y abrir la mente, pues en él se hallará la creatividad y trabajo de su autor, pero también mucho de la cultura de México.

A todo turista que quiere conocer de un país, siempre se le recomienda acudir a un mercado como éste, pues averiguará mucho de sus raíces, su gente, sus costumbres, su indumentaria, sus gustos, sus juguetes y su arte.

La mayoría de los vendedores de artesanías fabrican las piezas que exponen, otros las compran directamente con el artesano, pero siempre constatan que no sean originarias de China.

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“Ese país ha logrado crear réplicas exactas de diversos productos, pero sin la calidad que requieren”, asegura Irma González, que vende monederos, carteras y plumas forradas con hilos tejidos de colores.

“Los monederos que tenemos son de piel y se distinguen de los demás porque además de bordarlos con hilo, les grabamos las letras como recuerdo de la ciudad que visitan”, indicó en entrevista con Notimex.

Zarapes, sombreros, platería, piezas de talavera, de cerámica, accesorios para dama, bolsas, vestidos, servilleteros, tortilleros y manteles de palma, utensilios de madera, de barro y dulces típicos mexicanos, son algunos de los productos que se pueden hallar en el tianguis de artesanías de Álamos.

También hay piezas de alfarería, cestería, escultura, laquería, pintura y vidrio soplado. El tianguis permanece durante el periodo que dura el Festival Alfonso Ortiz Tirado (FAOT), desde mediados y hasta finales de enero.

“Durante el día me dedico a vender y por la noche hago los collares con chaquira que se me van vendiendo. Es un trabajo difícil porque al hilo de nylon se le debe meter bolita por bolita y en ocasiones la vista ya no me da para más. Asimismo, hay que darle un diseño para que sea llamativo a todo lo que hay, que la gente se lleve algo distinto a su casa”, destacó Juana Vázquez de 65 años.

Entre cada puesto sobresalen los artesanos que ofrecen cestas de mimbre que van armando a la vista de los paseantes. La mayoría de ellos proviene de comunidades alejadas al pueblo, muchos bajan de la sierra y otros vienen de otros estados.

“Formamos parte de un tianguis itinerante. Ya tenemos nuestro programa de actividades durante el año. Estamos al pendiente de qué festivales vienen o eventos culturales y nos postulamos para que los gobiernos de cada ciudad o pueblo nos dejen vender nuestros productos”, comentó Sagrario Martínez.

Resaltó que invierten mucho dinero en transporte, pues deben conseguir aquel que les permita subir con sus costales de mercancía.

“Muchos no tenemos auto, vivimos de la artesanía y vivimos al día. Cuando vamos a los festivales de los pueblos, dormimos en el puesto, solo nos arrimamos unas cuantas cobijas y ya. Muchas veces la artesanía no es un buen negocio, hay días buenos y días muy malos, pero aquí estamos”, subrayó.

Por ello, pide que el comprador o turista no regatee los productos que ellos fabrican.

“No es el tamaño del objeto o el material con el que está hecho, es el trabajo que hay detrás, las horas de sueño, la creatividad, la cargada de bolsas, la calidad con la que trabajamos. Es nuestro oficio y mucha gente no lo valora, no es que demos caro, es que hay mucho esfuerzo invertido en cada cosa”, indicó.

Jesús Ramírez vende juguetes de madera. En su puesto se exhiben carritos, guitarras, maracas, títeres, tambores, aviones y cajitas.

“A veces me compran solo por la novedad, porque les llama la atención el tallado que hacemos de la madera, pero los niños ya no piden juguetes como estos. También estamos luchando contra eso”, concluyó.

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