El mundo de la ópera, casi siempre cerrado al gran público y exclusivo para aficionados, lleva dos años de malas noticias que se iniciaron con el escándalo de abuso sexual que separó al director artístico James Levine de la Metropolitan Opera House y continúan con la muerte del tenor Marcello Giordani.

Apenas de 56 años, el cantante siciliano murió de un infarto en su casa de su ciudad natal, Augusta. Apenas hace un mes había interpretado a Calaf, en Turandot, la última ópera de Puccini, que el compositor ya no logró terminar y que en el Auditorio Nacional podrá verse con Yusif Eyvazov y Christine Goerke el sábado 12 de octubre en transmisión en vivo desde Nueva York, en la producción de Franco Zefirelli de la MetOpera, teatro donde Giordani brilló durante muchos años desde 1993.

Su deceso es el más reciente en la ópera global desde hace un año, cuando justo el 6 de octubre de 2018 murió la catalana Montserrat Caballé, a los 85 años, y el segundo en lo que va de la semana, el 30 de septiembre pasado otra soprano de leyenda, Jessye Norman, falleció a los 74, en la Gran Manzana.

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Resulta irónico, pero tanto Jessye Norman como Marcello Giordani nacieron en una ciudad llamada “Augusta”, ella en la de Georgia, Estados Unidos; él, en la de Sicilia, Italia.

También es una coincidencia que uno de los mayores retos que enfrentó en su carrera el tenor, especialista en los papeles de Verdi, pero sobre todo Puccini, fue justamente la nueva producción de la MetOpera de La Fanciulla del Westen la temporada 2010-2011, para conmemorar el centenario de esa ópera, escrita para esa casa que con ella tuvo su primer estreno mundial el 10 de diciembre de 1910.

Giordani interpretó el papel del bandido mexicano Dick Johnson/Ramerrez con Deborah Voigt como coprotagonista en el rol de Minnie. Otra ironía es que este domingo 6 de octubre se presenta la cuarta y última función de temporada deLa Fanciulla del West en el Palacio de Bellas Artes mexicano, que hace dos años tuvo que quedarse sólo con una de cuatro debido al terremoto del 17 de septiembre.

Con 33 años de carrera, Marcello Giordani había brillado en los teatros más importantes del mundo. Debutó en 1986 en el Festival del Due Mondi como el Duque de Mantua en Rigoletto, de Verdi. Dos años después hizo su debut en el Teatro alla Scala de Milán como Rodolfo, en La Bohème, de Puccini.

Se presentó por primera vez con la MetOpera en 1993, a los 33 años, como Nemorino, en L’Elisir d’Amore, de Gaetano Donizzeti. Ahí, el 22 de noviembre de 2008, en una misma jornada cantó en dos óperas: La damnation de Faust, de Berlioz, en la matiné, y Madama Butterfly, de Puccini, en la noche.

Si las muertes de grandes cantantes han golpeado a la ópera, a ellas se han sumado los dos más grandes escándalos sexuales desde que Enrico Caruso fue encarcelado algunas horas en 1906 por pellizcar las nalgas a una mujer. A finales de 2017 la MetOpera decidió separar de su cargo a James Levine, su director artístico desde hacía cuatro décadas, acusado de abuso sexual contra un adolescente en 1985. Las consecuencias se alargaron, Levine y la MetOpera apenas en septiembre llegaron a un arreglo. 

Pero quizás el mayor de los escándalos apenas muestra sus primeras repercusiones. Hace unos meses la agencia AP difundió la noticia que al menos 20 mujeres, sólo una de ellas con nombre y apellido, hacían revelaciones contra el cantante Plácido Domingo por acoso sexual hace una treintena de años.

Aunque en las semanas subsiguientes muchas casas de ópera y cantantes hombres y, particularmente, mujeres, en todo el mundo dieron su apoyo al legendario ex tenor y hoy barítono, el mes pasado Domingo renunció a su papel en Macbeth en la producción de la nueva temporada de la MetOpera, con Anna Netrebko como Lady Macbeth, y poco después decidió no volver a pisar el escenario de sus mayores éxitos. Peor aún, la semana pasada dimitió como director artístico de la Ópera de Los Ángeles.

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