Desde el 1 de febrero de 2021, los Museos Vaticanos han reabierto sus puertas, tras ochenta y ocho días de cierre total. En esta ocasión, la agencia de noticias Associated Press (AP) tuvo acceso al custodio de las llaves de uno de los lugares más famosos y protegidos de la cristiandad.

Gianni Crea cumple una función única en su género: es el clavigero de los Museos Vaticanos, el custodio de las llaves del museo más famoso del mundo.

Su oficio, tan religioso como deportivo, comienza a las cinco de la mañana. El clavigero se prepara para recorrer, ayudado por una decena de subordinados, los siete kilómetros de pasillos y escaleras a lo largo de los cuales abrirá, una a una, las innumerables salas que albergan los Museos Vaticanos.

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Una vez hecho esto se dirige, antes del amanecer, a la bóveda de la planta baja de los Museos, un lugar muy seguro donde las 2,797 llaves (¡!) que dan acceso a los tesoros del Vaticano son guardadas en cajas fuertes empotrables.

Luego, mientras los llaveros gigantes tintinean alrededor de las muñecas de los miembros de su equipo, el clavigero se apresura hacia la Sala de Mapas, pasando frente al famoso conjunto de mármol del Laocoonte, y acercándose a la Capilla Sixtina.

Deteniéndose frente a una pequeña puerta de madera, Gianni Crea saca un sobre blanco del bolsillo de su traje, rompe el sello, lo rasga y extrae una pequeña llave plateada de latón.

La desliza por el ojo de la cerradura, la manija gira lentamente, y con un característico crujido, la puerta se abre para dejar al descubierto el interior de la capilla, aún sumida en la oscuridad: aquí es donde, desde hace varios siglos, los Papas son elegidos por los cardenales reunidos en cónclave, cuyo solo nombre evoca también una gran historia.

La llave de la Capilla Sixtina tiene su propio protocolo: una vez que el santuario está cerrado, se coloca en un nuevo sobre blanco, sellado, y se vuelve a dejar en la caja fuerte de la bóveda de seguridad. Los horarios son debidamente anotados todas las veces en un enorme libro de registro.

El custodio de las llaves recuerda con cariño el día en que, tres años después del inicio de sus 23 años de servicio, finalmente se le permitió abrir la puerta de la Capilla Sixtina por su cuenta.

Y el privilegio del que ha gozado de poder contemplar en el silencio de la noche, los frescos de Miguel Ángel y las obras de tantos artistas y épocas distintas: “todas las estatuas, todas las salas tienen una historia única, pero naturalmente la Sixtina siempre provoca una emoción especial”, confiesa Gianni Crea.

Aunque los Museos Vaticanos estuvieron privados de su público durante ochenta y ocho días, el clavigero y su equipo no fueron despedidos, ni mucho menos: fue necesario mantener la apertura y cierre diario de las puertas, para limpiar las habitaciones y desempolvar las obras.

Los conservadores aprovecharon para realizar trabajos de mantenimiento que de otro modo hubieran sido imposibles, teniendo en cuenta que casi siete millones de visitantes anuales pasan por los museos en un año normal…

Pero en 2020, solo 1.3 millones de visitantes pudieron asistir a los museos, entre los dos confinamientos. Y desde la reapertura, en febrero de 2021, se ha establecido un indicador máximo de 400 personas cada 30 minutos, con boletos por tiempo limitado vendidos en línea.

“Es un privilegio increíble para mí tener la oportunidad de mostrar estas extraordinarias obras de arte a visitantes de todo el mundo”, explica con orgullo Gianni Crea, quien admite perder a veces las llaves de su casa, pero nunca las de los Museos del Vaticano.

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