Por fin ha llegado el momento de reencontrarse con algunas de nuestras obras favoritas. Tras casi tres meses de parón absoluto durante el que todas ellas han estado cuidadas y en las mejores condiciones posibles, el Museo del Prado, el Reina Sofía y el Thyssen-Bornemisza se han preparado a conciencia para retomar su actividad con un fin de semana de puertas abiertas. Cada uno de ellos ha diseñado su plan de contingencia para garantizar la seguridad con una serie de medidas sanitarias para que la visita sea lo más agradable (y segura) posible.

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El uso de mascarillas será obligatorio para todos los visitantes, se dispondrá de gel hidroalcohólico para garantizar la higiene personal y el recorrido estará señalizado para evitar el cruce entre personas. Por supuesto, todos ellos abren con un foro reducido al 30% por lo que algunas de esas obras maestras que suelen verse con aglomeraciones estarán más liberadas y las podremos ver con una intimidad que muchos desconocemos. Otra de las medidas generales que han adoptado las tres pinacotecas es la apertura parcial de sus salas a las que se irán añadiendo, según avance el virus, nuevos espacios.

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Museo del Prado: un nuevo recorrido por la colección permanente

El Museo del Prado había cerrado un espectacular ejercicio gracias a la celebración de su Bicentenario y las visitas de enero y febrero hacían pensar que la tendencia seguía al alza. Hasta que llegó la pandemia para frenar en seco toda actividad y causar un fallecido y tres hospitalizados entre sus trabajadores. Durante estos tres meses la pinacoteca calcula que ha dejado de ingresar cerca de 7 millones de euros (una suma aproximada de la venta de entradas, cafetería, préstamos, patrocinios o cesiones de espacios) pero se prepara para volver a la vida convertido en museo diferente al que cerró sus puertas el pasado 11 de marzo. Además, tras la jornada de puertas abiertas de este fin de semana, la entrada tendrá un descuento del 50%, de modo que la entrada general costará 7.50 euros y la reducida 3.75, hasta el 13 de septiembre. 

Antes de acceder al edificio se tomará la temperatura corporal a todos los visitantes (quien exceda los 37.5 grados no podrá hacer la visita y se le devolverá el importe de la entrada), se limpiará la suela de los zapatos y se comprobará que la visita no se realice en grupos superiores a cinco personas. Entre las medidas que ya se habían adelantado encontramos el uso obligatorio de mascarillas durante todo el recorrido y la obligación de adquirir las entradas a través de la web al menos 24 horas antes seleccionando el día y la hora exacta. Con un aforo reducido a 1.800 personas al día (en condiciones normales suelen ver desfilar en torno a 8.000) también en la franja de gratuidad será necesario tener una entrada. El horario seguirá siendo el habitual (excepto los domingos y festivos que se adelanta el cierre a las 17.00 y, con ello, el horario gratuito será de 15.00 a 17.00) y se accederá por la puerta de Goya, punto del museo en el que empieza el nuevo recorrido que estará vigente hasta septiembre, mientras que la salida se hará por la puerta de Murillo.

¿Cómo es el nuevo montaje que ha preparado el Prado? “Podríamos haber abierto determinadas salas y dejar otras cerradas”, ha comentado Miguel Falomir, director de la pinacoteca. Sin embargo, han querido ofrecer una experiencia completa y, para ello, han rediseñado sus salas con un discurso expositivo compuesto por 250 obras maestras de la colección permanente. Será Carlos V y el Furor, de Leone y Pompe Leoni, sin armadura el que dará la bienvenida a este recorrido temporal, “una llamada a que se va a ver algo diferente», apunta Falomir. Además, el director ha querido recordar que se cumple un siglo desde la primera vez que se expuso así a instancias de Ramón Gómez de la Serna. El emperador es el encargado de conducirnos a la Galería Central, donde las dos primeras visitas que nos esperan son El descendimiento de Van der Weyden y La Anunciación de Fra Angelico.

A partir de aquí el recorrido plantea diálogos entre artistas y pinturas y nos va mostrando obras de El Bosco (por su fragilidad El jardín de las delicias no se ha movido de su lugar original), Patinir, Tiziano, Rafael, Tintoretto y Guido Reni, entre otros artistas italianos y flamencos de los siglos XVI y XVII. Uno de los momentos memorables será la reunión, por primera vez desde al menos 1929, de Las Meninas y Las Hilanderas, junto a un “retablo” integrado por los bufones de Velázquez y algunos de sus retratos, escenas religiosas y grandes filósofos. También podremos ver la pintura religiosa y mitológica del maestro Rubens, con un guiño a Tiziano a través de su Dánae y un diálogo entre su Saturno y el de Goya, “una relación que todos hemos podido ver en los libros de texto pero que no habíamos tenido la oportunidad de establecer físicamente”, arguye Falomir.

El Museo del Prado ha querido indagar en otros diálogos para que podamos ver cómo conversan Ribera y el naturalismo español, con ejemplos de Maíno y Zurbarán, con el europeo, con obras de Caravaggio y Latour, o Clara Peeters y los bodegonistas españoles coetáneos. También El Greco lo hace con Artemisia Gentileschi y retratistas como Sánchez Coello, Sofonisba Anguissola y Antonio Moro se relacionan entre ellos. La zona sur está dedicada a los maestros españoles de la segunda mitad del siglo XVII, con Murillo y Cano como principales protagonistas, y La familia de Carlos IV y el 2 y el 3 de mayo de Goya se exponen en paredes enfrentadas. Acto seguido veremos El perro semihundido que nos lleva directamente a la Inmaculada de Tiépolo, con la que se despide al espectador.

“Hemos querido combinar las bondades de nuestra colección permanente con una exposición temporal. Es un recorrido cronológico en el que se ha diluido la rigidez de las escuelas y los periodos para proponer asociaciones memorables”, ha concluido Miguel Falomir, que ha querido recordar que en las instalaciones no habrá folletos en papel pero que el visitante podrá descargarse en su teléfono un plano a través de un código QR.

Museo Reina Sofía: 30 personas ante el Guernica

Hace unos días adelantamos las línea generales de la apertura de nuestros museos y entre las medidas adoptadas por el Reina Sofía se encuentra la apertura de la segunda planta del antiguo hospital convertido en museo. Dado que la reducción del aforo se traduce a permitir 938 visitantes al día la pinacoteca ha decidido reducir el precio de su entrada a 5 euros y mantendrá horario habitual excepto el domingo que cerrará por las tardes. Además, habrá un recorrido señalizado, se ha habilitado una vía de acceso y otra de salida desde la Plaza de Juan Goytisolo, y se recomienda el uso de las escaleras frente al ascensor. 

Pese a la gran cantidad de salas de las que dispone, se han decantado por los grandes nombres que componen su colección. De este modo, algunos de los atractivos seguirán siendo obras como el Guernica de Pablo Picasso; Muchacha en la Ventana de Salvador Dalí, o Un mundo de Ángeles Santos además de las salas dedicadas al Cubismo, Surrealismo, a Óscar Domínguez, Buñuel, Miró o Julio González. El público, al que se le recomienda comprar la entrada por adelantado, también podrá ver la obra de Richard Serra y Juan Muñoz, situadas en el claustro, y se permitirá el acceso al jardín y a las terrazas, donde descansan algunos trabajos de Cristina Iglesias, Calder y Miralda. 

Manuel Borja-Villel, director del museo, tenía claro que la sala en la que reposa el Guernica tenía que estar disponible. Según datos del Reina Sofía en esta habitación se podían llegar a reunir hasta 90 personas. En estas condiciones interactuar con la genial obra resultaba ser tarea complicada así que quien se anime a hacer una visita durante estos días podrá hacerlo con un máximo de 30 visitantes en la sala, lo cual permitirá un acercamiento más íntimo a una pieza que, en palabras de Borja-Villel, habla de solidaridad y emergencia.

Este mismo fin de semana el Palacio de Velázquez acogerá a aquellos que quieran ver la exposición de Mario Merz, una retrospectiva de uno de los máximos exponentes del arte povera. “Con suerte te encontrarás un ambiente de silencio, cuando estés ante el grifo de agua que recibe al visitante en la exposición. Si escuchas el persistente goteo de ese grifo casi cerrado, comprobarás que el tiempo ahí dispuesto no es mudo, y ni tan siquiera mudable”. Así arrancaba la crítica de Javier Arnaldo publicada en octubre de 2019 en El Cultural. Puede que ese silencio del que hablaba sea más real ahora que el aforo de la sala se ha reducido a 108 personas. 

Para poder controlar la afluencia de público el museo ha implantado un sistema automático que permitirá conocer en tiempo real las personas que hay dentro del edificio y cada sala estará señalizada para que se conozca el límite de personas que pueden acceder a ellas. Por el momento tampoco habrá visitas guiadas ni grupales, permitiéndose las individuales y las de integrantes de una unidad familiar. Además, igual que en el Museo del Prado, se ha eliminado la presencia de los folletos físicos promoviendo la descarga a través de la página del museo de todo el material necesario para la visita. 

A medida que la situación de emergencia sanitaria se vaya estabilizando se irán incorporando espacios expositivos, empezando por la muestra temporal Musas insumisas, una exposición que reflexiona en torno a cómo el movimiento feminista francés usó el vídeo como herramienta de protesta, y la dedicada a Ignacio Gómez de Liaño, que celebra el papel del escritor en la poesía experimental en la España de los años 60 y 70. Para julio la pinacoteca prevé abrir el Palacio de Cristal con la obra de Petrit Halilaj y a finales de ese mismo mes podrá verse la gran retrospectiva que ha preparado la Premio Nacional de Artes Plásticas y Premio Velázquez Concha Jerez. 

Thyssen-Bornemisza: Rembrandt cuelga el cartel de entradas agotadas

El museo que dirige Guillermo Solana también está a punto de abrir sus puertas bajo las mismas condiciones de seguridad e higiene que sus compañeros: aforo reducido, uso obligatorio de mascarillas, gel hidroalcohólico y guantes a disposición del visitante y alfombras desinfectantes a la entrada del edificio. Toda precaución es poca para asegurar la salud del público que podrá acceder a la colección permanente y a las exposiciones temporales de Rembrandt y Joan Jonas. 

Aunque el Thyssen ofrece la posibilidad de comprar las entradas en taquilla, donde habrá mamparas separadoras, recomiendan obtenerlas antes de la visita. Para este fin de semana de puertas abiertas la exposición de Rembrandt y el retrato en Ámsterdam, 1590-1670 ha colgado el cartel de entradas agotadas. La muestra, que ha sido prorrogada hasta el próximo 30 de agosto, nos introduce en la faceta retratista del maestros junto a ejemplos de otros artistas activos en Ámsterdam durante el siglo de oro holandés. 

“Este es un recorrido por la ascensión y el declive en términos sociales y de fortuna del artista”, explica Guillermo Solana sobre una exposición que reúne un centenar de pinturas y grabados de artistas como Frans Badens, Cornelis van der Voort, Thomas de Keyser o Bartholomeus van der Helst. El objetivo es conocer cómo era el retrato en la ciudad antes de la llegada de Rembrandt, cómo evolucionó con su presencia y cómo cambió el gusto a final del siglo. 

La que sí es posible visitar es Moving Off the Land II, una exposición en la que la Joan Jonas rinde homenaje a los océanos. El dibujo de una ballena, un pulpo inteligente, bocetos de peces y varios vídeos es lo que espera al visitante en estas salas que ahora se verán con nuevos ojos. Jonas, en palabras de Carlos Urroz, director de la Fundación Thyssen-Bornemisza Art Contemporary, es una “una artista que persistió con la performance desde su invención y la convirtió en un lenguaje propio que hoy entra en los grandes museos”.

Esta muestra en particular es el final de una investigación que esta pionera ha realizado durante más de tres años. La naturaleza y el medio ambiente han sido dos de sus grandes constantes desde los años 60 y 70 aunque no se considera una activista. Su preocupación gira en torno a cómo la naturaleza se ha visto afectada por las actuaciones del ser humano y su exposición, que ya se pudo ver en el Ocean Space de Venecia el año pasado, no pretende ser didáctica, sino mostrar la belleza del fondo marino.

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