A 15 años de su creación, el Festival Abbapalabra —que anoche llegó a su término en la capital del país para seguir en San Luis Potosí durante la próxima semana— es más que un manojo de poetas que se reúnen para leerse entre ellos, de acuerdo con Julio Ceballos Vega, quien además de tener publicada una amplia poética, es autor de obra plástica albergada por galerías, museos y colecciones particulares. 

Nacido en la Ciudad de México en 1982, dice en entrevista con Notimex que el festival fue concebido “ante la necesidad del ser humano de no olvidarse del otro, de sensibilizar a la comunidad y al individuo, de hablar del hombre hacia el hombre y de tener conciencia de que lo que le duele al otro me puede, y debe, doler a mí”.

—En estos momentos en que tenemos tantos desaparecidos y tantas mujeres que han sido alejadas de su hogar, la poesía hace un llamado urgente para que todos nos unamos y a través de la voz lleguemos a una sociedad más equitativa e igualitaria, lo que nos hace más libres. El festival desea demostrar que la poesía puede seguir siendo la amalgama que ayuda a no deshumanizar a las personas y seguir uniendo pueblos—, añade.

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La víspera, en el universitario Antiguo Colegio de San Ildefonso, el festival tuvo un conversatorio con el tema “¿Para qué sirve la poesía?” donde el entrevistado destacó que a través de ese género literario la sociedad puede volver a integrarse para que cada individuo sienta la libertad de caminar por las calles y salir a trabajar, a la escuela o al mercado, con la certeza de que va a regresar a casa con bien, y sin que unos tengan miedo de los otros.

—En la actualidad, la poesía habla del momento en que estamos y de las convulsas circunstancias que vivimos, tanto en lo individual como en lo colectivo. Al mismo tiempo demanda que se escuche al pueblo, al hombre pidiendo que desea algo justo para todos, como la seguridad que genera tranquilidad y la libertad que nos da paz—, subraya Julio Ceballos.

Por eso, añade, el festival va a zonas vulnerables de la Ciudad de México, del país y del extranjero, donde niños, adolescentes, adultos y adultos mayores reciben a la poesía como un regalo valioso que se atesora de por vida.

En ese sentido, informa que este jueves visitó la fundación Aquí nadie se rinde, que atiende niños con cáncer, y el viernes, el asilo para ancianos Concepción Béistegui. Antes ha estado en cárceles y espacios abiertos y cerrados de México, Argentina, España, Costa Rica y otras naciones, es decir, “ya no es un festival que gatea, sino que camina solo, sin ayuda institucional de ninguna naturaleza”.

El Festival Abbapalabra tiene eco nacional e internacional y este 2019 inició el miércoles pasado en la Casa del Poeta Ramón López Velarde, siguió en la Casa Refugio Citlaltépetl y la víspera, tras su conversatorio en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, cerró su ciclo en la capital del país en el Museo de las Culturas del Mundo.

Las actividades del festival continuarán este domingo en San Luis Potosí, con el espectáculo de cabaret poético Fugitiva seguido de un periplo que durará toda la semana, tocando ciudades y pueblos potosinos.

—Buscamos abrir espacios para que la palabra poética no entre a fuerza sino con amor, como un canto que une y que todos podemos interpretar a una voz; paz y libertad se alcanzan con la poesía, al crear vínculos entre todos los seres humanos, porque no es algo utilitario que se compra, usa y desecha—, señala.

Y finalmente destaca que “la poesía sirve para crear encuentro, es pretexto para la tertulia, como el antiguo teatro griego que convocaba a la reunión. La poesía convoca, acerca y sirve para no olvidarnos que somos personas, individuos que sentimos y si bien no salva la vida, sí da oportunidad de vivirla en grande y con magia”.

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