Annie Ernaux (Lillebonne, 1940), una de las escritoras trascendentales del panorama literario mundial, ganadora del Premio Nobel de Literatura 2022, se caracteriza por una narración descarnada, por la escritura del desgarramiento. Es autora, entre otros libros, de ‘Los armarios vacíos’ (1974), ‘La mujer helada’ (1981), ‘Una mujer’ (1987), ‘No he salido de mi noche’ (1997), ‘Perderse’ (2001), ‘La ocupación’ (2002), ‘El uso de la foto’ (coescrito con Marc Marie, 2005), ‘Los años’ (2008), ‘Mira las luces, amor mío’ (2014) y ‘Memoria de chica’ (2016), publicados en castellano por la editorial Cabaret Voltaire y traducidos por Lydia Vázquez Jiménez. Tusquets publicó ‘El lugar’ (traducción de Nahir Gutiérrez, 1983), ‘Pura pasión’ (traducción de Thomas Kauf, 1992), ‘La vergüenza’ (traducción de Mercedes Corral Corral y Berta Corral Corral, 1997) y ‘El acontecimiento’ (traducción de Berta Corral Corral y Mercedes Corral Corral, 2000).

La narración descarnada

La escritora francesa Annie Ernaux lanzó su primera novela en 1974 y abandonó la ficción diez años más tarde. Los periodistas Javier Rodríguez Marcos y Berna González Harbour afirmaron que, desde entonces, sólo publica obras de carácter autobiográfico. “O, como prefiere decir ella, ‘auto-socio-biográficas.” Es percibida como heredera del “obrerismo narrativo de Claire Etcherelli” y del “materialismo sociológico de Pierre Bourdieu.” Ha dedicado su vida a contar “su propio desclasamiento, es decir, ‘el desgarro social’.”

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Ambos consideraron que su obra se trata de una indagación personal y, a la vez, colectiva, y recordaron que la autora ha escrito sobre el lugar de su padre en la sociedad, un obrero reconvertido en hostelero en Normandía. A los cuarenta y cuatro años de edad, Ernaux publicó el libro que implicó el abandono de la ficción. Moría su progenitor. “El resultado es un libro […] en el que la escritora rastrea la vida de su padre, al tiempo que se interroga sobre la manera de contar esa vida sin embellecer su dureza”, continuaron Rodríguez Marcos y González Harbour. Tres años después, en 1987, dedicó a su madre el libro que completa la historia: Una mujer. En 1997, Ernaux publicó el diario sobre su madre, que padecía Alzheimer: No he salido de mi noche. Y en El acontecimiento trata el aborto. “Con una precisión fría y desnuda, despliega la cadena de hechos y sentimientos que conduce a su interrupción del embarazo a los veintitrés años.”

Los miembros de la Academia sueca aseveraron sobre la obra de la galardonada:

En sus escritos, Annie Ernaux, de manera consistente y desde diferentes ángulos, examina una vida marcada por fuertes disparidades en cuanto a género, idioma y clase. Su camino hacia la autoría fue largo y arduo. […] El trabajo de Ernaux es intransigente y está escrito en un lenguaje sencillo, limpio. Y cuando ella revela, con gran coraje y agudeza clínica, la agonía de la experiencia de clase, describiendo la humillación, la vergüenza, los celos o la incapacidad de ver quién eres, logra algo perdurable que merece admiración.

Raphaëlle Leyris dijo en Le Monde que la autora es la primera francesa en recibir el Premio Nobel de Literatura; entre los escritores franceses es la decimosexta, ocho años después de Patrick Modiano, y la decimoséptima mujer de cualquier nacionalidad.

El Premio Formentor

En el discurso de aceptación del Premio Formentor 2019 –traducido por Lydia Vázquez Jiménez–, Ernaux incluyó el siguiente pasaje:

Durante mucho tiempo, tanto tiempo que ya no estoy segura de si es exacta, una frase de Sartre me ayudó en los momentos en los que la búsqueda de la verdad de la forma me conducía a la desesperación: “La escritura es la arriesgada empresa de un hombre solo.” Si la soledad y el azar –en todos los momentos de la escritura, de la concepción a la recepción– siguen pareciéndome inherentes a la escritura, he de reconocer que mi “empresa” de escritura no es, como tampoco la de los demás escritores, la de una mujer sola. En la editorial Gallimard hubo una primera lectora, un comité de lectura para acoger el manuscrito de una provinciana desconocida (tal como subrayó la prensa de entonces). Después llegarán periodistas, libreros, profesores, jurados, editoriales extranjeras y traductores…

El compromiso político

Ernaux se compromete políticamente. Ha firmado varias cartas del movimiento BDS (boicot, desinversión y sanciones), contrario a Israel. Según Nikolas Fischer en Deutsche Welle, Ernaux suscribió un texto titulado “Carta contra el Apartheid”, en el que se compara a Israel con el antiguo régimen segregacionista de Sudáfrica. Denuncia la política israelí en la franja de Gaza y los ataques contra los palestinos.

Es feminista y de izquierda. La reportera Pauline Weiss rememora que en marzo de 2020, cuando la población de Francia llevaba dos semanas confinada por la pandemia del Covid-19, Ernaux envió una carta abierta a Emmanuel Macron, leída en France Inter, para denunciar su política: “Desde que dirige a Francia, se ha mantenido sordo a los gritos de alarma del campo de la salud y lo que podíamos leer en la pancarta de una manifestación el pasado mes de noviembre –‘El Estado cuenta su dinero, nosotros contaremos los muertos’– resuena hoy, trágicamente.”

Una conversación sobre Eros y Tánatos

En esta entrevista inédita, la ganadora del Premio Nobel de Literatura 2022 ahondó en sus influencias literarias, la muerte, el sexo y el gesto creativo.

–Sobre el proceso de escritura de No he salido de mi noche, libro en torno a la enfermedad de Alzheimer que sufrió su madre en los años ochenta, escribió: “Al hacer públicas estas páginas, las revelo tal y como fueron escritas, fruto del estupor y el trastorno que entonces sentía yo. No he querido modificar nada al transcribir aquellos momentos en que me quedaba junto a ella, fuera del tiempo, de todo pensamiento. Había dejado de ser la mujer que había conocido, que velaba por mi vida, y sin embargo, bajo ese rostro inhumano, por su voz, sus gestos, su risa, era mi madre, más que nunca.” ¿De qué manera percibe la experiencia?

–Quería escribir cuando mi madre murió durante su padecimiento de Alzheimer. Quería devolverle la vida, resucitarla, de la única manera posible para mí: mediante la escritura. Por lo tanto quería partir del momento en el que yo la perdí y quería volver a su nacimiento, a su niñez, al menos de lo que yo sé de ello. Y después quise abordar su vida adulta hasta su muerte. Llevé un diario de su enfermedad. No pretendía utilizarlo. Yo no pensaba que ese diario me conduciría hacia su muerte. Hubiese sido mancillado por esa idea. Ella estaba viva mientras yo escribía el diario. Era una especie de sacrilegio utilizar ese material. Diez años más tarde regresé a él. Noté que había perdido ese carácter sagrado. Pensé que en ese momento ya podía ser entregado a los lectores.

–En Una mujer recordó la fotografía de su madre el día de su boda. Tiene una expresión tranquila, algo divertida, curiosa en la mirada. Y en No he salido de mi noche escribió sobre los ojos de la niñez. ¿Cuál es el significado literario de la mirada?

–El sentido literario de la mirada resulta esencial. Gracias a ella podemos registrar. En el fondo, nuestros ojos son un aparato fotográfico. Me guío por la observación, no por el pensamiento abstracto. Plasmo las sensaciones suscitadas por la mirada. Habría que agregar también el sentido del oído.

–¿De qué manera vincula la historia y la sociología con la mirada?

–Pienso, histórica y sociológicamente, que la observación pormenorizada de los demás puede funcionar como punto de partida para lograr el autoconocimiento.

–¿Qué significado le otorga a la obra de Simone de Beauvoir, autora que usted admira profundamente?

–Me alegra que me pregunte sobre mi fascinación por Simone de Beauvoir. La escritora procuró anular el carácter mítico con que se idealizan múltiples aspectos que atañen a lo social y a lo histórico. Ella significa el reto de la libertad. Me siento en deuda con la autora de El segundo sexo. Por esa razón le he rendido homenajes en diversas ocasiones.

–En el ensayo “El arte de escribir: Woolf, Breton, Perec o los años formativos” ahondó, particularmente, en la obra de Virginia Woolf, quien se suicidó por ahogamiento en el río Ouse en 1941. Se refirió al abismo.

–En el texto que usted menciona concluí que La señora Dalloway, La habitación de Jacob, Al faro y Las olas son libros ubicados sobre el abismo existencial. Ese precipicio vertiginoso que habitó Virginia Woolf está constituido por la concepción del tiempo y de la muerte.

–¿Qué opina sobre la muerte voluntaria?

–El suicido es una decisión personal. Nunca condenaría un hecho así. Hay situaciones en las que vivir resulta imposible. Ha sido condenado por la Iglesia durante mucho tiempo. En Francia, como en tantos otros países, quienes se suicidaban no tenían derecho a los servicios religiosos. Soy capaz de entender la decisión que, insisto, es meramente personal.

–¿Qué detonó su transición de la ficción al terreno de la abrumadora realidad, tema abordado en el texto “Hacia un ‘yo’ transpersonal”?

–Planteé mi mudanza de la ficción a la escritura sobre la realidad en el libro Una mujer. Mi creación implica el vínculo entre la sociología, la historia y la literatura. Trabajo con la experiencia. Y mis influencias están presentes.

–El uso de la foto es un libro realizado a cuatro manos con Marc Marie (Boulogne-Billancourt, 1962), su amante.

–El origen de El uso de la foto reside en las fotografías, incluidas en el volumen, capturadas en los lugares en los que Marc y yo tuvimos sexo. Versa sobre el significado de la libido y de la intimidad. Es una manera de contar nuestra historia de amor. Evocamos a Georges Bataille: “El erotismo es la aprobación de la vida hasta en la muerte.”

Traducción de Haydée Silva y Sylvie Marie Comment.

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