“El papel de la enseñanza superior, como el papel de la educación en general, es la emancipación: cada uno debe encontrar su lugar”, declara Frédérique Vidal, ministra francesa de Enseñanza Superior, Investigación e Innovación, en su despacho en el corazón del Barrio Latino de París. Desde el despacho solo hay que mirar por la ventana para ver el patio del palacete que alberga la sede del ministerio.

El 12 de noviembre un grupo de vándalos destrozó la valla de entrada y entró en el interior. El asalto ocurrió en el marco de una manifestación tras la inmolación a lo bonzo de un estudiante de 22 años en Lyon en protesta contra la precariedad estudiantil. El estudiante sobrevivió. Pero su gesto abrió un debate sobre las condiciones en las universidades francesas y un malestar entre algunos estudiantes ahora tapado por la movilización contra la reforma de las pensiones.

El problema es doble. Primero, los estudiantes que puedan verse en situaciones desesperadas (las ideas suicidas afectan a algo más del 8%, según el Observatorio de la vida estudiantil). Y segundo, los problemas más de fondo en la universidad francesa, como pueden ser las desigualdades (en torno al 5% de estudiantes vive en una situación de gran precariedad, según la misma organización).

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“Lo principal es que podamos prevenir y apoyar en las situaciones de inestabilidad y desesperación, que a veces pueden conducir a los jóvenes a cometer actos dramáticos”, explica Vidal en una entrevista con EL PAÍS. La ministra cita medidas como la apertura de oficinas de ayuda psicológica en los campus y la puesta en marcha de un número de emergencia al que los estudiantes llamen en caso de necesidad. E insiste en una argumento reiterado cuando se discute sobre la precariedad o se reclama un aumento de los subsidios: los estudiantes no usan plenamente el amplio abanico de ayudas públicas hoy disponibles.

En Francia, un 60% de alumnos que entra en la universidad no llegan a la licenciatura. “Es muy chocante, es justamente esta cifra lo que queremos cambiar”, responde Vidal. “Acogemos a jóvenes de entre 17 y 20 años que viven en un mundo en el que se les dice: ‘El clima se verá trastocado, nada funciona…’ Muchos padres creen que sus hijos vivirán peor que ellos. Están en un mundo muy angustioso. Y se les dice: ‘Has fracasado, no eres bueno, no lo consigues, no está bien’. Cuando lo que hay que decirles es: ‘Ten confianza, ven, aprende y, cuanto más aprendas, más aprenderás’. Si al 60% de jóvenes que quiere hacer estudios les decimos ‘este no es tu lugar’, lo interiorizan. Y después, ¿cómo quiere que sean felices, que sean optimistas, que participen en los avances de la sociedad?”

Vidal nació en Mónaco en 1964; su familia regentaba un hotel en una población vecina. Es uno de los miembros del Gobierno francés procedentes de la sociedad civil: ante de entrar en política, era rectora de la Universidad Sophia-Antipolis en Niza y es bioquímica de formación. Ella misma empezó estudiando medicina y, a terminar el primer año, se dio de cuenta de que no era lo suyo. Sabe de lo que habla cuando se refiere a los estudiantes que entran con mal pie en la universidad. “Siempre somos el producto de nuestras experiencias. Lo que me gustaría decir a los estudiantes es: ‘Encontraréis vuestro lugar’”. “Puede suceder que alguien que nunca ha tenido buenos resultados escolares se vuelva brillante porque se ha apasionado y se ha emancipado aprendiendo. Y en esto estamos trabajando: en que todas las estructuras se pongan al servicio de la persona, del estudiante, para ayudarlo a alcanzar lo mejor de sus capacidades”.

Una crítica habitual al sistema francés de enseñanza pública superior es que es un sistema con dos carriles. Uno de excelencia, muy selectivo, elitista y endogámico): el de las llamadas grandes escuelas (Escuela Nacional de Administración o ENA, Escuela Normal Superior, Escuela Politécnica, y antes las clases preparatorias previas al concurso de entrada…). Forma a las clases dirigentes del país. Otro, el de las universidades corrientes, sin acceso selectivo, masificado y popular, y con altos niveles de fracaso académico.

Vidal niega de forma tajante esta división. “En realidad el más alto diploma francés es el doctorado y el doctorado se obtiene en la universidad”, responde. “Es una visión falsa pero todavía demasiado extendida, la que consiste en pensar que hay una vía preferente -clases preparatorias, grandes escuelas, etcétera- y que en la universidad se encuentra toda la gente que no ha podido acceder a la vía preferente. Pero la universidad es el lugar donde se produce el conocimiento que se enseña y donde se hallan los grandes científicos. Es un tríptico: crear conocimiento, transmitirlo hacia a los estudiantes, y transmitirlo hacia la economía para el empleo”.

Una de las prioridades de Macron es reformar el sistema de las grandes escuelas para romper el elitismo y abrirlas a la sociedad. “¿Cómo lograr tener grandes escuelas que formen a personas y reflejen la sociedad? ¿Cómo lograr que en la ENA no haya sólo hijos de ‘enarcas’ [exalumnos de la ENA] y en medicina hijos de médicos?”, se pregunta Vidal. “Este es el tema. Queremos tener élites, entre comillas, que representen a toda la sociedad y no sólo a una auto-reproducción de la sociedad”.

¿Europa en la Luna? ¿Marte? “La exploración espacial hace soñar”

Frédérique Vidal, además de la cartera de la Enseñanza Superior, también se encarga de la Investigación y la Innovación. Fue a este título que, en la última semana de noviembre, copresidió la reunión ministerial de la Agencia Espacial Europea en Sevilla. Los ministros acordaron un presupuesto de 14.400 millones de euros para los próximos cuatro años, un récord para la organización y una señal, según Vidal, de la ambición europea de ser una potencia espacial. Uno de los objetivos es la exploración. ¿Veremos a un europeo u europea pisando la Luna? “El proyecto europeo en la Luna es un proyecto de misión robótica, pero sí, ¿por qué no?”, responde. “Necesitamos explicar por qué el espacio es extremadamente importante, y para ello necesitamos abrir el imaginario hacia lo que es posible hacer en el espacio. Así que se empieza a hablar de vuelos habitados a Marte, incluso si no es para mañana. Y, evidentemente, la Luna es un objetivo más próximo. La exploración espacial hace soñar”.

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