Han tenido que pasar seis años desde su estreno en Gran Bretaña para que Under the Skin, de Jonathan Glazer, una de las obras de culto más aclamadas de la última década, llegue a los cines españoles. Al parecer, una discusión sobre el precio ha sido el motivo de tanto retraso. Protagonizada por una superestrella como Scarlett Johansson, como extraterrestre que se encarna en algo así como la “mujer perfecta”, es una película que se sitúa a medio camino entre el videoarte y el género de terror para contar una parábola sobre la propia humanidad.

Gozosamente pretenciosa, está basada en una novela de Michel Faber (publicada en Anagrama con el título Bajo la piel) y trata sobre una alienígena que deambula por Escocia buscando hombres que acaba matando después de seducirlos. No acaba de quedar muy claro, pero se supone que no es que sea una asesina en serie sino que es una especie de agente secreto de una civilización lejana y desconocida para los humanos en una misión científica para conseguir cuerpos que puedan ser analizados por los suyos.

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Acompañada de una célebre banda sonora de Mica Levi, compuesta con microtonos, Glazer retrata el mundo que conocemos desde la extrañeza de una absoluta desconocida. Vemos una Escocia misteriosa e intrigante, en la que las costumbres humanas casi parecen absurdas, ya que el filme adopta el punto de vista de la alienígena asesina. Lo que vemos es una sucesión de crímenes plasmados sin sangre ni escenas violentas porque suceden en un misterioso lago oscuro, no se sabe si porque están narradas de manera simbólica con sofisticadas imágenes que juegan con los reflejos o porque así suceden.

En cualquier caso, la película establece un paralelismo entre la idea de seducción y la de la muerte. De esta manera, vienen a decirnos sus intrigantes imágenes y su casi inexistente trama, enamorarse es una forma de morir porque ponemos nuestra propia vida, o mejor dicho nuestra “salvación”, en las manos de otra persona. La idea de la seducción como forma de asesinato no es nueva y pertenece a mitos tan arraigados en la cultura popular como el de Drácula o lo vemos en películas de terror recientes como It Follows (2014), obra de culto de David Robert Mitchell.

“La sexualidad femenina se trata en el filme como un objeto. La criatura que interpreta Scarlett Johansson existe para ser vista como un objeto sexual”, dice Glazer. “Lo que hace el personaje en el transcurso de la película, en su propio descubrimiento, es que “des-erotiza” su propia imagen. Creo que hay un paralelismo entre la propia Scarlett y la protagonista a la hora de reclamar su imagen y su sexualidad”. De esta manera, el juego de seductor-asesino y seducido-víctima adquiere un matiz más complejo ya que, al menos en este caso, la propia homicida también es cosificada como mero objeto sexual por parte de sus pretendientes.

En una extraordinaria secuencia protagonizada por un joven deforme, comenzamos a ver cómo la alienígena comienza a tener unos sentimientos que antes permanecían ocultos. Perseguida por unos misteriosos motoristas que se encargan de los cadáveres, Under the Skin va más allá de la reflexión sobre la seducción para proponernos, nada menos, que el descubrimiento de la humanidad por parte de un ser frío e ignominioso. Si muchas películas de terror, y esta no deja de serlo, nos explican la conversión de una persona más o menos normal en un monstruo (ahí está Joker sin ir más lejos) aquí se trata de la historia contraria. A medida que acumula conquistas y cadáveres, el personaje de Johansson poco a poco deja de convertirse en una máquina de matar para sentir compasión, o incluso ternura, por sus víctimas.

Quizá lo más curioso de Under the Skin sea que durante dos horas no suceda casi nada pero al mismo tiempo pasan volando. Experiencia sensorial de una magnética belleza, la película crea una atmósfera perturbadora y al mismo tiempo profundamente humana, como si vistos a través del microcospio de una civilización extraña descubriéramos la extrañeza de todo pero también el milagro de su existencia. A medida que transcurre el filme, la película intercambia los papeles previamente asignados porque además de la ternura, el sexo o incluso el amor, la alienígena también descubrirá nuestra brutalidad.

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