Guillermo Ochoa ha convivido con la imperfección desde siempre. Nunca hay nada seguro cuando se hablar del portero del América y la Selección Mexicana, a pesar de que las exageraciones inviten a pensar en términos absolutos. El termómetro se dispara de un lado a otro de forma inmediata cuando se habla de él. En esta ocasión, ha sido una crítica del narrador Christian Martinoli la que ha que reabierto el debate sobre la calidad del guardameta de 37 años que disputará su quinta Copa del Mundo (tercera como titular) el próximo 22 de noviembre cuando México abra su participación frente a Polonia.

En entrevista para el canal de Youtube de Enrique Garay, Martinoli dio su valoración sobre la carrera de Ochoa y la percepción que se tiene de él. “Siempre era el portero más goleado de Francia y en España. Se fue al descenso en dos ligas distintas. Tiene deficiencias desde que empezó en el América. Te lo decía Rafa Puente, un portero consagrado: no tiene recorrido, no achica, no sale bien por arriba. Le preguntaron a Néstor Verderi, entrenador de porteros del América en ese entonces, ‘¿por qué no le tiran centros?’ (Respondió que) Dos y no quiere más”.

Martinoli reconoció que Ochoa tiene condiciones de atajador, pero nunca se esforzó en convertirse en un portero más completo. “Él se puso cómodo con sus vicios técnicos que no trató de mejorar. Abajo de los postes es una figura. Tiene mucha reacción, va, viene, pero en condiciones básicas… Deja al Milán y Liverpool, ¿no crees que el Lyon, el Marsella, el Burdeos, lo podían agarrar? ¿Tú crees que no hubo visorías? ¿Cuánto nos puede costar el que juega en el peor equipo (Ajaccio)? Vieron sus deficiencias, en donde no puede competir”, concluyó el relator.

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Tal y como lo dijo Martinoli, Ochoa se convirtió en un especialista en goleadas durante los ocho años que jugó en Europa. No pasa nada por decirlo ni tampoco se descubre un hilo negro. En el Ajaccio y en el Granada, combinó grandes atajadas con exhibiciones paupérrimas que delataron sus principales defectos ante los ojos del mundo. Por eso no lo compró ningún equipo de élite, porque si hubiera sido tan bueno, como al principio de su carrera hizo pensar la maquinaría de propaganda que operaba en su favor, tarde o temprano un equipo competitivo habría volteado a verlo.

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