La tauromaquia usa un lenguaje característico de esa actividad considerada también elitista y brutal. Olé, fiesta brava, “tercio de muerte”, “salió en hombros” o “lo cogió el toro”, son términos o expresiones que suelen escucharse dentro y fuera del ruedo. Chicuelinas, serpentinas, verónicas, derechazo y trincherazo, son algunas de las suertes o pases que se despliegan o ejecutan frente al animal. Las emocionantes verónicas constituyen la base del toreo de capa y son las que finalmente muestran la inspiración del matador. 

El arte de torear y salir en hombros, son situaciones que se han visto mucho en Veracruz en los últimos diez meses, especialmente en lo que corresponde a una institución como el DIF estatal, el organismo dedicado al desarrollo integral de la familia.

Apenas recibió Cuitláhuac García Jiménez su constancia de gobernador electo el año pasado, empezaron las ambiciones por hacerse de la titularidad de esa instancia. Rumores fueron y vinieron sobre el nombramiento esperado, hasta que un día de noviembre los veracruzanos vieron una espectacular verónica de Cuitláhuac para finiquitar ese pendiente. 

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Después salió el tema de que la designada en el cargo, la señora Verónica Aguilera Tapia, no contaba con título y cédula profesional. Ese problema ha sido resuelto con vistosas serpentinas y efectivas chicuelinas manipuladas por la comedida y graciosa contralora general Leslie Garibo quien abusa del toreo y la simulación en el cargo.

Junto a la titular llegaron algunos funcionarios con malos antecedentes o con tufo nepotista proveniente del norte de la ciudad. Con ellos, los errores y las fallas, los crueles y exagerados despidos de personal y las adquisiciones amañadas. Y nuevamente, a pesar de los fuertes rumores y evidencias de nepotismo e irregularidad, aparecieron el presidente de la república y la contralora general -dos salvadores estilo 4T- para sacar en hombros a los involucrados, y asegurar que en el gobierno de Veracruz todo está bien y no hay asunto a investigar.

Pero a pesar de ello, en el DIF estatal continúan las inconformidades, los abusos contra el personal y la opacidad y cuestionamiento en los procesos. 

Trascienden en los pasillos del que fuera Museo del Transporte, las componendas de alto nivel en donde participan Verónica Aguilera Tapia, el director administrativo Héctor Fernando Ruz Santamaría -con amplio expediente en la Secretaría de Infraestructura y Obras Públicas en los tiempos de Javier Duarte- y el contralor interno de apellido Reyes Sulvaran, quienes están realizando asignaciones directas para el suministro de despensas y alimentos a centros de asistencia.

Tres adjudicaciones a dedazo puro, que deben investigarse y sancionarse, ejerciendo medidas definitivas contra los transgresores de la normatividad. Y estos son los nombres beneficiados que se mencionan en las oficinas: Duvejaca, una empresa de reciente formación, aparentemente propiedad de Jacques Duverger Santiago, supuestamente reportero de televisión en Veracruz, con montos totales de 3.039 millones de pesos, en tres contratos. 

Esperemos que el gobernador deje las suertes y los pases y se decida a tomar decisiones estratégicas que no pueden demorar. ¿O acaso los nuevos funcionarios tienen manga ancha para conseguir el esperado desarrollo integral de su familia?

El DIF estatal y los veracruzanos vulnerables requieren eficacia, transparencia y resultados. Pero una institución corrompida y deficiente no sirve a esos altos fines.

Cuidado, el toreo es el único arte que juega con la muerte.

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