En Veracruz la venta de niñas y jóvenes, bajo la justificación de los “usos y costumbres” de las zonas indígenas es todavía una realidad, que lacera los derechos humanos de esas menores que son vendidas como cualquier mercancía, reprochó la presidenta de la asociación “Mujer soy la voz de Veracruz”, Margarita Arellano Hernández.

Aunque señaló que esto sucede prácticamente en todas las zonas indígenas de la Entidad, precisó que los puntos más álgidos son en la sierra de Chicontepec y en el municipio de Cerro Azul.

Comentó que a través de su asociación junto con otras mujeres activistas, han tenido que rescatar a niñas que están a punto de ser vendidas, donde les dan recursos a la niña y a su madre para salir de su lugar de origen e irse a refugiar con algún otro familiar en una parte distinta de Veracruz o de México.

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Lamentó que hoy en día una menor esté tazada por el valor de un caballo, una vaca, una fiesta o cajas de cerveza para que se convierta en pareja de algún joven o de un adulto mayor.

“Es una gran pena y un horror que esto todavía ocurra en Veracruz, pues muchos pueblos indígenas se justifican que son sus usos y costumbres, y las autoridades municipales como del Ministerio Público dicen que no pueden hacer nada, porque sería meterse en problemas”, expresó.

Margarita Arellano Hernández resaltó que hace falta un mayor entendimiento de las autoridades de los tres niveles de gobierno, que los usos y costumbres no están por encima de los derechos fundamentales de las personas, los cuales les garantizan la libertad y prohibir la esclavitud.

Y es que advirtió que muchas de las jóvenes que son vendidas en zonas indígenas terminan, ya sea como esclavas sexuales de sus parejas o como servidumbre que no recibe ningún tipo de pago.

Debido a ello, dijo, han iniciado acciones en las zonas indígenas para hacerle notar a la población que es un delito la venta de las niñas y jóvenes.

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