El país se enfrenta a desafíos como la desaceleración del empleo formal o los resultados de las presidenciales en EU, según el grupo financiero Base.

La buena: la economía mexicana durante el tercer trimestre rebasó las expectativas del mercado al perfilar su mejor desempeño desde el segundo cuarto de 2022. La mala: grupos de análisis privados prevén una desaceleración a 1.5% para todo el año, luego del crecimiento de 3.2% en 2023.

La economía en el segundo trimestre habría crecido 1.01% respecto al periodo previo, según datos preliminares desestacionalizados publicados por el Inegi este miércoles. La cifra revisada la publicará el 22 de noviembre.

El consenso de analistas esperaba una expansión de 0.7% en el trimestre, cuyo buen desempeño fue impulsado por el sector primario o agropecuario, que tuvo su mayor crecimiento desde el tercer trimestre de 2020.

Respecto al mismo lapso de 2023, la economía en el tercer trimestre creció 1.45%, luego del 0.95% en el segundo cuarto.

“La sorpresa al alza se relaciona con una mayor resiliencia que la estimada del consumo y la inversión, que podría reflejar, en parte, efectos rezagados del incremento del gasto público del primer semestre”, indicó el grupo financiero Citibanamex en un reporte.

Hacienda atribuyó los datos positivos del Inegi a la demanda interna e incluso desafió los pronósticos del sector privado sobre la economía para todo 2024.

Los riesgos

Según el grupo financiero Base, el país se enfrenta a seis principales riesgos que podrían afectar su crecimiento, tanto en el corto como en el largo plazo.

“Estos riesgos abarcan factores internos y externos, y en la mayoría de ellos es crucial el rol que jugará el gobierno federal, ya que deberá actuar de manera efectiva para evitar un estancamiento económico prolongado”, opinó en un análisis publicado este miércoles.

Incertidumbre. La firma consideró que la llegada del nuevo gobierno encabezado por Claudia Sheinbaum trae consigo incertidumbre respecto a las políticas económicas y fiscales que se implementarán.

Sostuvo que la reforma judicial, que ha generado preocupación entre sus críticos sobre la independencia de los tribunales, y el control creciente del Estado en sectores clave, pueden afectar la confianza de los inversionistas.

Elevado endeudamiento y consolidación fiscal. Base aseguró que el creciente nivel de endeudamiento público, que se espera cierre 2024 con una razón deuda-PIB superior al 50%, significa una presión considerable sobre las finanzas públicas.

Refirió que se requerirá un esfuerzo de consolidación fiscal en 2025, que podría incluir recortes en el gasto, especialmente en inversión pública, o un aumento en la recaudación vía mayores impuestos, pero sería una medida poco probable y altamente impopular.

Ese ajuste podría frenar el crecimiento, ya que un menor gasto en infraestructura afectará la inversión en construcción no residencial, y una mayor carga tributaria puede reducir el consumo y la inversión privada en general.

Desaceleración del empleo formal. Base calificó como preocupante la baja creación de empleo formal en 2024.

Expuso que sin contar 2020 y crisis por el Covid-19, la creación de empleo en los primeros 9 meses del año fue la menor desde 2019, año en que hubo recesión.

“Un mercado laboral débil reduce el poder adquisitivo de las familias, limitando el consumo privado, que es el componente más grande de la demanda agregada”, apuntó.

Agregó que la alta informalidad sigue siendo uno de los retos más grandes a largo plazo para la economía.

Dependencia de las remesas. Aunque los envíos de dinero a México han sido un factor clave para sostener el consumo, su desaceleración podría tener un efecto negativo en la demanda interna.

Base consideró que el riesgo de una recesión en Estados Unidos podría reducir el ingreso de trabajadores mexicanos a ese país, afectando la cantidad de dinero que envían a sus familias, lo que impactaría el consumo en regiones del país, especialmente las más pobres.

Elecciones en EU. Si Donald Trump gana es probable que adopte un enfoque estricto hacia México, especialmente en materia comercial y migratoria, lo que puede generar tensiones económicas y presionar al tipo de cambio al alza.

Por otro lado, una victoria de Kamala Harris también generaría incertidumbre, ya que aunque podría implicar una relación bilateral más estable, sus políticas económicas y fiscales pueden debilitar a la economía estadounidense.

Otros riesgos externos. Una posible recesión en Estados Unidos o tensiones geopolíticas que afecten los precios de materias primas también representan una amenaza para el crecimiento de México.

“Una desaceleración en la economía estadounidense reduciría la demanda de exportaciones mexicanas y afectaría las remesas, mientras que un aumento en los precios de la energía o alimentos debido a conflictos internacionales podría presionar la inflación, impactando aún más el consumo”, consideró Base.

Publicidad