Los mercados respiran aliviados -o al menos eso es lo que todos los actores financieros creen- tras el acuerdo alcanzado ayer en Suiza para que el banco UBS absorba a Credit Suisse, sumido en una irremediable crisis de confianza, por un 40% de su valor bursátil y que pagará únicamente a través de acciones suyas.

Credit Suisse se convertirá en las semanas o meses que tomará la conclusión de la operación (a la espera de las aprobaciones finales de las autoridades reguladoras) en una filial de UBS, terminando con 167 años de historia y en un irónico vuelco histórico.

UBS tuvo que ser rescatado por la Confederación Suiza en 2008 en medio de la crisis financiera de entonces, cuando se hablaba de que Credit Suisse podía comprarlo para evitar un cataclismo en el sistema financiero europeo.

Ambas entidades forman parte de las treinta consideradas de “riesgo sistémico” para la banca global, y el naufragio de Credit Suisse en los próximos días o semanas “hubiese tenido consecuencias irreparables” no sólo para Suiza, sino para el resto del mundo, que hoy -desde Bruselas, Londres y Washington- ha celebrado la solución encontrada.

Mediante sus propias acciones, UBS pagará el equivalente a 3,000 millones de euros para fusionarse con Credit Suisse, que era considerada la segunda entidad bancaria más importante de Suiza, pero que se encontraba debilitada por una sucesión de escándalos, litigios y malos resultados que le hicieron fácilmente vulnerable a las ondas de la crisis bancaria que estalló hace una semana en Estados Unidos.

Ese valor total no es tan malo si se tiene en cuenta que se supo que UBS había ofrecido inicialmente 1.000 millones de francos (una cifra similar en euros) y después 2,000 millones por su rival, que rechazó estas ofertas por considerarlas muy perjudiciales para sus accionistas.

Sin embargo, el tiempo jugaba en contra de Credit Suisse y aumentaba la presión sobre sus directivos. Las autoridades suizas consideraban imprescindible tener un acuerdo sellado antes de la apertura el lunes de los mercados, que empiezan a operar en Asia cuando en Europa todavía es de noche.

Por su parte, el Gobierno suizo ofreció una garantía de 9,000 millones de euros a UBS para reducir sus riesgos de pérdidas en ciertos portafolios de Credit Suisse en los que se consideraba que podía encontrar problemas.

El incentivo estatal no quedó ahí y el Banco Nacional de Suiza (banco central) anunció que apoyará la fusión poniendo a disposición liquidez hasta por hasta 100,000 millones de euros.

Durante la frenética jornada de rumores y filtraciones también se barajó la posibilidad de una “nacionalización temporal” de Credit Suisse, según confirmó en rueda de prensa la ministra de Finanzas, Karin Keller-Sutter, que indicó que al final se descartó esta opción por considerar que representaba un riesgo demasiado grande para los contribuyentes.

Un rescate de Credit Suisse con ayuda pública fue otra alternativa, pero la rapidez a la que se esfumó el impacto positivo de un préstamo de 50,000 millones de euros que ofreció el Banco Nacional de Suiza el pasado miércoles hizo pensar que era muy improbable que los mercados e inversores volviesen a confiar en la entidad.

La tercera opción discutida -revelaron las autoridades- fue la de simplemente dejar que los eventos siguieran su curso y que el banco terminara eventualmente quebrando, pero la reflexión fue que tal situación podía tener consecuencias imprevisibles en la economía suiza y en el sistema financiero mundial.

“Realmente llegamos a la conclusión de que (una fusión con UBS) era la única solución posible”, indicó la ministra de Finanzas.

Las autoridades dijeron estar agradecidos de que UBS haya aceptado este arreglo, ya que con este acuerdo asume también ciertos riesgos.

Los clientes de Credit Suisse han quedado protegidos y podrán realizar sus transacciones con toda normalidad cuando abran sus oficinas, que por el momento seguirán funcionando. La fusión tendrá una impacto sobre todo en la plantilla del banco, ya que se recortarán empleos, aunque los responsables indicaron que todavía no hay cifras concretas que comunicar.

El presidente de UBS, Colm Kellenher, señaló que su banco se mantendrá “sólido como una roca” tras esta operación, que creará una entidad gestora de fortunas con 5 billones de dólares en activos totales invertidos y otros valores, y convertirá a su entidad en el líder indiscutible del mercado financiero helvético.

El presidente de Credit Suisse, Axel Lehman, subrayó que esta operación es “la mejor salida posible” tras las “circunstancias extraordinarias y sin precedentes” que vivió su entidad particularmente en la última semana, en la que perdió una cuarta parte de su valor bursátil y todo apuntaba a que seguiría cayendo.

“Ha sido una época extremadamente difícil para Credit Suisse, y si bien la plantilla ha trabajado sin descanso para solucionar muchos problemas pasados y ejecutar una nueva estrategia, nos hemos visto forzados a llegar a una solución que tenga resultados duraderos”, admitió.

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