José Antonio Flores Vargas

Los sorprendentes descubrimientos que arrojan día tras día las investigaciones de las autoridades y las publicaciones de los medios de comunicación, han dejado perpleja a la sociedad mexicana. Nadie imaginó los terribles alcances que tendrían un grupo de jóvenes beneficiarios del poder, recibido sin merecimiento alguno, del ex gobernador Fidel Herrera Beltrán en diciembre de 2010.

En las décadas recientes, los veracruzanos habían conocido gobernantes que en mayor o en menor medida, pusieron su empeño para entregar resultados a la población. Dante Delgado llegó a pavimentar y alumbrar a infinidad de localidades y construyó obras emblemáticas como el Acuario de Veracruz, el Palacio Legislativo y el Museo Interactivo de Xalapa. Al concluir, dejó una deuda pública de 348.4 millones de pesos.

Patricio Chirinos Calero, liquidó esa deuda y mediante un gobierno austero, pudo construir los modernos bulevares que comunican a esta capital con Coatepec y Banderilla. A través de una concesión federal, construyó la autopista que comunica a la ciudad de Cardel con Veracruz. Al terminar su gestión, pudo dejar en Tesorería 900 millones de pesos al nuevo gobierno.

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Miguel Alemán inició con fuertes inundaciones en 1999, que causaron 125 muertes y la destrucción de 24 mil viviendas. Pudo reconstruirlas en varios años y además dejó las instalaciones para la Cumbre Tajín en Papantla, el Teatro y Centro de Convenciones de Coatzacoalcos, el Palacio de Justicia en Xalapa y la terminación de la autopista El Lencero-Cardel, entre otras obras. Al finalizar su mandato dejó una deuda de 3,529 millones de pesos.

Después llegó Fidel Herrera Beltrán y el gobierno de la fidelidad. También aparecieron los préstamos multimillonarios. Construyó muchos puentes, entre ellos el distribuidor Las Trancas y el Puente Bicentenario en Xalapa. Tuvo un gobierno que apoyó las viviendas precarias de los más pobres, a quienes colocó 250 mil pisos de concreto en casi todos los municipios. Terminó dejando una deuda superior a los 21 mil millones de pesos.

Pero además de esa enorme deuda, nos dejó a Javier Duarte, su delfín, acompañado de los fidelistas consentidos y de un grupo de nuevos funcionarios-empresarios o viceversa.

Para beneficiar a sus consentidos, a lo largo de su sexenio, Duarte incrementó la nómina en un 38 por ciento, aumentando el número de empleados y las remuneraciones a los mandos superiores.

Sin embargo, el sentir de la población es que a pesar del excesivo gasto administrativo y de los cuantiosos fondos con que contó, no hubo programas y obras suficientes en el territorio, que justificaran las altas erogaciones que recientemente han desvelado los medios de comunicación y la Auditoría Superior de la Federación (ASF).

La ASF informó en enero pasado que por no existir comprobación adecuada de 35 mil millones de pesos federales transferidos al estado en estos años, tuvo que presentar una denuncia ante la PGR.

Pero además de este importe, debe saberse el destino que se le dio a la deuda contraída con la banca.

De acuerdo con la SHCP, a partir de diciembre de 2010 y en diversas fechas de 2011, se contrató deuda por un total de 17 mil 076.7 millones de pesos. En 2012, vía préstamos y bursatilización, se contrataron otros 19 mil 188.9 millones. En 2013, solamente 2 mil 194.6 millones y en 2015, la cantidad de 11 mil 136 millones.

Si bien es cierto que de ese monto de 49 mil 596.2 millones de pesos, una parte fue para el servicio y la reestructuración de la deuda contraída hasta el año de 2010, es necesario que se explique el destino de las cantidades restantes, que debieran reflejarse en el progreso y en el bienestar del pueblo de Veracruz.

De no explicarse, queda claro de dónde salió el dinero que cubrió las adquisiciones inmobiliarias, los automóviles caros, las empresas, las cuentas y todo lo que aún no les han descubierto a Javier Duarte, a sus familiares y a sus corruptos funcionarios y prestanombres. Hechos lamentables en un país falto de credibilidad. Amargo descubrimiento para los veracruzanos.

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