José Antonio Flores Vargas

“¡Ay!, qué bonito es volar, a las dos de la mañana”, dicen los dos primeros versos de una famosa canción tradicional de Los Tuxtlas, una de las regiones del estado donde la gente está más familiarizada con los temas de la brujería y las fuerzas ocultas. A esa zona todos los días llegan gentes a consultar a los expertos en esas artes, con el objeto de resolver entuertos de diversa naturaleza e intención.

El tema viene a colación porque en la loma de la Rectoría de la Universidad Veracruzana, están pasando cosas extrañas, que a cada vez más personas les hace evocar situaciones como las que ocurren en los verdes montes de los Tuxtlas.

Nos referimos a hechos, no siempre positivos para la población universitaria, que parecen venir de decisiones tomadas en otras latitudes, o por mentes que nada tienen que ver con los objetivos institucionales de nuestra máxima Casa de Estudios.

Por ejemplo, decisiones de carácter académico o administrativo, en que los interesados suelen encontrar actitudes poco cordiales y odiosas que acostumbran los dos brazos ejecutores de la Rectora: Leticia Rodríguez Audirac y Clementina Guerrero García, funcionarias, sumamente cuestionadas desde que tomaron posesión.

Cuando los universitarios las vieron apoltronadas en Rectoría, les pareció que se habían agotado las posibilidades de cambio en la universidad y que seguirían los vicios y deficiencias en que había incurrido su antecesor.

Además de la contratación que ellas hacen, de gente sin perfil para el cargo, como compadres y amigos, en los pasillos universitarios, se habla de cacería de brujas y de persecución a catedráticos, investigadores y estudiantes críticos a su mala gestión. Quién sabe cuántas criaturitas se habrán chupado en estos años.

Pero lo más grave viene cuando se analiza la conducción de la Universidad Veracruzana en sus temas torales. La luz que debiera acompañar a nuestra Alma Mater, se empaña por intereses ajenos y lejanos, pertenecientes a oficinas relacionadas con el precandidato presidencial Rafael Moreno Valle, actual gobernador de Puebla.

Se dice que la asesoría y manejo a distancia de la Universidad, proviene del esposo de la Rectora, el señor Guillermo Heitler Aroeste, quien funciona como rector de facto y se ha convertido en un verdadero “metomentodo”.

A él le endilgan el silencio sepulcral de Sara Ladrón de Guevara, en el caso de los 8 desafortunados estudiantes golpeados y torturados hasta el cansancio, una noche de junio de 2015, en una vivienda de la ciudad de Xalapa.

También le atribuyen la decisión de entrar a la política grande y manipular al estudiantado en la megamarcha de marzo pasado para reclamar más de 2,300 millones de pesos que el gobierno estatal supuestamente les adeuda desde hace varios años.

Después de esa muestra de fuerza, y habiendo ganado la gubernatura Miguel Ángel Yunes Linares, la rectora dejó los reflectores y le bajó volumen al tema. Ha insistido suavemente y no aclara el detalle de la deuda reclamada, ni las obras suspendidas o el número de estudiantes que no pudieron atenderse por la falta de esos recursos. Eso sí, ella anda en la estratósfera, con la idea loca de convertirse en gobernadora.

Los universitarios comentan que cuando dan las doce en la vieja torre de la loma, las decisiones las toman tres personajes con malas mañas: un brujo mayor que le reza a Puebla y dos malcriadas aprendices que insisten en hacer volar a su personaje principal para que aterrice en el palacio de gobierno de Veracruz en 2018.

Mientras terminan de descomponer a la universidad y dizque hacer un plan de desarrollo para Yunes Linares, sueñan con alcanzar las alturas del poder estatal, aunque realmente no puedan volar tan alto. Pero, como dice La Bruja, ¡Ay, qué bonito es volar!.

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