Desde que Juan Manuel del Portal, el Auditor Superior de la Federación, destapó a nivel nacional las graves corruptelas de Javier Duarte en enero del año pasado, hemos acumulado muchos meses hablando de lo mismo. Había que castigarlo por el robo que le hizo a Veracruz.

Para la sucesión gubernamental, tuvimos campañas políticas con la misma cantaleta, multiplicada en todo el territorio estatal. El que ganó la elección siguió con el mismo discurso, en todas sus formas. Por fortuna, el sábado pasado, el sistema político mexicano decidió operar su captura y ahora tendremos sólo hasta el cuatro de junio, día de la próxima elección, para hablar del tema.

Si somos congruentes y tenemos un mínimo de responsabilidad en Veracruz, debemos dejar a un lado ese célebre caso y, de una vez por todas, ponernos a trabajar para reparar los tremendos daños ocasionados. Sería muy bajo, continuar con ese sonsonete y dejar las energías sólo para asegurar la siguiente gubernatura.

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En efecto, los daños ocasionados a todos los sectores, por todos los rumbos del estado, precisa poner un punto final a ese tema y convocar al trabajo, pero poniendo el ejemplo. Nos referimos a todos, y en primer lugar al gobernador Miguel Ángel Yunes Linares.

Acabando la elección de junio, estaríamos completando 18 meses en los que la agenda veracruzana sólo tuvo un asunto: la caída de Javier Duarte. Nos olvidamos de trabajar, aunque el derrumbe era general. La planta productiva, el campo, el turismo, la cohesión social, la otrora tranquilidad ciudadana, las finanzas públicas y los valores éticos y morales. Todo se vino abajo. Mucho de ello, cayó al suelo y se fue a lo más oscuro.

Por esa razón, a partir del cinco de junio, sea cual sea el resultado electoral, y ya con el prófugo a buen recaudo, los veracruzanos debemos ponernos a trabajar. Dejar el tema Duarte, y dedicarle sólo una hora, como si fuera la telenovela preferida, la serie que nos emociona, o la hora del café con los cuates. Porque al final, podríamos pasarnos muchos años esperando un espejismo: justicia y devolución de recursos al erario.

Y es que la situación de Veracruz no admite complacencia. Hay necesidad de componer lo destruido. De tomar la batuta, y ponerse a dirigir, a encauzar, a buscar resultados de gobierno y elevar la producción en todas las ramas. Hace falta que el gobierno asuma su responsabilidad y brinde la añorada seguridad pública a la población. Acabar con agresiones a periodistas, secuestros, balaceras y con el terrible asesinato de mujeres, que de acuerdo con las instancias responsables, alcanzó en estos cinco meses la suma de cincuenta casos en el estado. Hay tanto por hacer en Veracruz, que es inminente la necesidad de guardar el discurso, la retórica, la estridencia y el egocentrismo. Los veracruzanos merecen un gobernante que afine los mejores escenarios para las próximas generaciones y no se empecine en las próximas elecciones.

Son tiempos de gobernar el ego, tiempos de cumplir con el mandato constitucional, tiempos de ponerse a trabajar por los veracruzanos, que son los que en verdad mandan en Veracruz.

Cayó Duarte, ahora a trabajar.

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