José Antonio Flores Vargas

Cuando te encuentres de camino a Ítaca,/desea que sea largo el camino,/lleno de aventuras, lleno de conocimientos./Ítaca te dio el bello viaje./Sin ella no habrías emprendido el camino./Pero no tiene más que darte./Y si pobre la encuentras, Ítaca no te engaño./Así, sabio como te hiciste, con tanta experiencia,/comprenderás ya, qué significan las Ítacas.

Éste es un fragmento del entrañable poema Ítaca, escrito hace un poco más de 100 años por el poeta griego Constantino Cavafis, inspirado en La Odisea de Homero.

En esa narración, Ítaca es la tierra de Ulises, a la que el héroe regresa después de la guerra de Troya, tras un azaroso viaje de 20 años. Por su parte, el poema muestra la importancia del camino, más que la llegada, y en su desarrollo, nos hace pensar que el ideal perseguido no existe, o que se aleja de nosotros.

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Pareciera que este texto, junto a otras lecturas de carácter filosófico y de alta política, inspiró el lunes pasado a Miguel Ángel Yunes Linares, el gobernador electo, en su intervención para explicar lo que será el plan estatal de desarrollo, para el bienio 2017 y 2018.

En el discurso del lunes, se rescatan conceptos de enorme significación y trascendencia, considerando los tiempos álgidos que se viven en Veracruz: Ética, fraternidad, solidaridad, comprensión, magnanimidad, respeto, democracia, debate de ideas y reflexión colectiva.

 MAYL se convertirá en gobernador constitucional de Veracruz, después de una denodada lucha de varios años. Por otro lado, su llegada al poder, es coincidente con la peor crisis estatal, debida a la enorme corrupción, la impunidad y la falta de confianza en las autoridades.

Quizá por ello, consciente de que el estado requiere de una reconstrucción desde los más profundos cimientos, apela a conceptos que lo humanizan y lo ponen en un nivel diferente; conceptos tan oportunos, como imprescindibles, para fijar en el ánimo de la sociedad veracruzana, un estilo distinto en el decir y en el hacer.

Porque la sociedad, hastiada de tanta podredumbre, y disminuida en su moral, necesita del discurso esperanzador, más que de la perorata del planeador triunfalista, imposible de creer por las condiciones de vulnerabilidad en que se encuentra la economía estatal.

Los veracruzanos celebran que Yunes Linares abandone las bravatas y balandronadas, y acuda a su vasta experiencia y a su escondido amor al terruño, rescatado seguramente de lo más hondo de sus tiempos formativos.

El Veracruz que deja Javier Duarte, como la Ítaca del poeta Cavafis, no tiene más dones que ofrecer. La sociedad espera al político que ha conseguido todo y que cuenta con la serenidad del Hombre de Estado, ajeno a revanchismos y a anclajes del pasado.

Veracruz sabe que llega un gobernante que no tiene miedo a las vicisitudes del camino. Al gobernante pleno y justo, que viene a dar sus mejores años, para que su pueblo tenga mejores tiempos. Nada más.

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