Hace algunas semanas en Palabras Claras se comentaba la existencia de trece personalidades que han sido mencionadas para buscar la gubernatura de Veracruz por los diferentes partidos políticos o coaliciones que pudieran surgir para esa contienda electoral que concluirá el domingo 7 de julio de 2024. También se anunció que uno de los editoriales sería dedicado a analizar las posibilidades del ingeniero Eric Patrocinio Cisneros Burgos en relación a ese objetivo.

Cuando Cuitláhuac García anunció la designación de Cisneros Burgos como secretario de gobierno en su gabinete, los medios de comunicación veracruzanos dieron a conocer su escasa trayectoria en la función pública y en la política nacional y estatal, además de mencionar su origen en el municipio de Otatitlán en la Cuenca del Papaloapan. 

Su currículum profesional sólo especificaba estudios de ingeniería realizados en una universidad de Baja California, entidad donde además había ocupado cargos menores en la administración estatal y municipal.  Para abundar en sus merecimientos, el equipo de gobierno informó que el cuenqueño había sido un estratégico y determinante operador de la campaña morenista del propio Cuitlahuac y de López Obrador, deslizando que además era una de las posiciones de la secretaria de energía Rocío Nahle. Incluso sus seguidores comentaron que Cuitláhuac García le “rogó” que se quedará en Veracruz porque era su principal operador.

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Pero el tema de la trayectoria resultaba irrelevante si se tomaba en cuenta que muchos de los integrantes de ese gabinete cuitlahuista tampoco tenían un gran nombre en la política. Justamente ese aspecto finalmente fue aprovechado por Cisneros para, al amparo de su segunda posición en el organigrama, poder influir en muchas áreas de la administración, en muchas regiones y en muchas situaciones o complicaciones de la gestión morenista en el estado.

Ese protagonismo inicial de Eric Cisneros le sirvió a Cuitláhuac para desentenderse de varios asuntos y para que el de Otatitlán se jalara reflectores y le quitara golpes al gobernador, de tal suerte, que todo aquello con alguna dificultad en su armado o implementación, se comenzó a adjudicar a Cisneros, haciéndole ver como el hombre fuerte de Cuitláhuac, al estilo de Yunes Linares en el gobierno de Patricio Chirinos. Incluso desde adentro se empezó a rumorar en el sentido de que Eric terminaría sustituyendo al ejecutivo estatal, por ser ineficiente. Trama orquestado por los principales acomedidos que rodean al cuenqueño.

Pero esa relevancia cisneriana empezó a decaer al tercer año con la llegada del diputado Juan Javier Gómez Cazarín, quien apareció como refuerzo y ariete para distraer las inoperancias de Cuitláhuac. Al igual que Cisneros, Juan Javier comenzó a entrometerse e invalidar la autoridad de los responsables de instancias importantes del gobierno, tomando decisiones arbitrarias y hasta ilegales en diversos casos de la administración estatal y municipal. A tal grado que, sus allegados comentan, entre ambos personajes la relación no es del todo afable.

Y paralelamente Eric centró su área de influencia en estas actividades: los tequios de servidores públicos en días festivos, chapeando con ellos y con el gobernador algunas áreas verdes en glorietas, calles, parques y caminos vecinales, en el espontáneo y primitivo romanticismo (político), así como la realización de proyectos, ferias turísticas y eventos diversos, especialmente en los municipios de la cuenca, circunstancia que lo ha impulsado como candidato a una posición legislativa.

La realidad es que Eric no tiene elementos ni seguidores en el territorio para pelear una gubernatura, como lo sabe todo Veracruz, y como lo ha afirmado el propio García Jiménez, cuando ha desestimado a todos sus colaboradores para la sucesión. Si acaso, y contando con algún respaldo en el primer cuadro de AMLO, para buscar la senaduría o una diputación federal en su distrito.

No hay para más, a menos que siga creyendo a los expertos en la venta de espejitos y la traición, que los tiene cerca.

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