Quizá como no sucedía antes, y gracias a las redes sociales y a la mayor libertad de expresión que gozamos en México, ninguno de los candidatos en ningún partido puede asegurar desde ahora el triunfo electoral el próximo primero de julio. Y eso se debe a que las noticias, las opiniones, las anécdotas, los hechos y los desechos políticos, circulan libremente por el amplio espectro comunicacional en todas partes del territorio estatal, nacional o mundial.

Así como hemos venido enterándonos de las virtudes y defectos que quieren hacernos llegar de cada uno de los diversos prospectos a los cargos electorales, aún faltan muchos días para recibir las informaciones adicionales o adicionadas que decidan los interesados y que, en ocasiones, llegan a definir carreras y derrotas. Vengan de las casas de campaña, de las residencias de los candidatos, de las oficinas del gobierno y de los partidos, los aspirantes tendrán que reconocer que desde oscuros destinos podrán dirigirles sendos e inesperados obuses en contra, conteniendo materiales de toda naturaleza, desde simples petardos nauseabundos hasta verdaderos tiros de mortal “kryptonita” (lo único que aniquilaba al Superman de las historietas de aventuras de la infancia).

Pero en estos tiempos de déficits, de olvidos por desidia u omisión, de fallas burocráticas, de descuidos administrativos o de malas obras públicas, la gente espera resultados de los gobiernos en sus tres órdenes, que dependiendo de cómo se den éstos, encauzarán los votos hacia determinado candidato o color.

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Llevamos algunas semanas de precampañas, en las que hemos podido constatar la fuerza o debilidad, o la falsedad y podredumbre que acompaña a los candidatos. Y en el caso de Veracruz, llevamos varios meses esperando resultados del gobierno del estado y del gobierno federal. Y también de casi todos los ayuntamientos que no logran ponerse a trabajar con sus nuevas autoridades.

Por eso, este espacio de cuarenta y tantos días, entre el fin de las precampañas y el inicio de las campañas, pudiera utilizarse para que aquellos que gobiernan, se olviden de sus candidatos y se pongan a realizar algunas de las acciones que todavía espera la decepcionada población.

Por ejemplo, que compongan las obras deficientes que afectó la lluvia, como la carretera Xalapa-Misantla; que resuelvan los dimes y diretes de las despensas con leche caducada en Minatitlán y que eviten casos parecidos; que acaben los líos de los empleados despedidos en Coatzacoalcos, entre muchos otros pendientes. En suma, que todos aquellos que en el pasado reciente ganaron en las urnas, y que llegaron al poder con el ofrecimiento de trabajar, se pongan a hacerlo de una vez, para de ese modo, puedan hablar de reciprocidad y pedirle a la gente que vote por sus candidatos este año.

Las precampañas terminan el 11 de febrero y las campañas electorales empiezan el 30 de marzo. Este mes y medio que viene, bien puede aprovecharse para tratar de dar resultados de buen gobierno. Evidencias de trabajo es lo que quiere la gente, antes que salir a votar.

Y de la buena información sobre los candidatos, más los resultados que los ciudadanos logren recibir de quienes los impulsan, dependerá la decisión suprema a reflejarse en las urnas el día de la elección.

Por lo pronto, aunque se hable de pronósticos, de cargadas, de encuestas y de triunfos asegurados, estos se verán hasta el primero de julio por la noche. Antes, sólo serán esperanzas o afirmaciones de soberbia.

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