En medio del choque de trenes entre la Universidad Veracruzana y el Gobierno del Estado, la preocupación es cómo se va a garantizar el desarrollo académico de los que pertenecen a la máxima Casa de Estudios de Veracruz. El adeudo es millonario. Hace unos días, previo a lo ventilado el pasado viernes, un amigo comentó “mi hermana trabaja en la Universidad y me dijo que sus jefes están muy preocupados; no hay dinero”.

Las excusas fatídicas definen que el asunto es “político”. No, no es solamente algo político, es un asunto de dinero, es un asunto donde está en riesgo el proyecto y desarrollo de una de las universidades públicas más importantes de México y Latinoamérica pero nadie, ni el político más rudo, o los más exacerbados académicos se atreven a pronunciar la debacle en la que se encuentra la UV.

La defensa jurídica que emprendió la Universidad Veracruzana, al interponer dos denuncias, una ante la Fiscalía de Veracruz y la otra ante la Procuraduría General de la República, para reclamar el pago, lejos de que se van a resolver jurídicamente a favor de la UV, evidencia los incumplimientos legales del Gobierno del estado y los discursos que dan atole con el dedo. Esto colmó a las autoridades universitarias.

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Los más de 2 mil millones de pesos que debió dispersar el estado a la universidad no se realizó. Vaya, ni siquiera se calendarizaron los pagos que habían reconocido las autoridades veracruzanas. La violación a un derecho fundamental como la educación es menor cuando la indolencia de los políticos crece sin medida. Las gestiones que realizó la rectoría en los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial del ámbito federal, descubren que el resultado conjunto de esas entrevistas fue demandar jurídicamente al gobierno de Veracruz.

Las declaraciones vacías del diputado Adolfo Mota, en el sentido que los diputados federales consiguieron 5 millones de pesos para apoyar a la Orquesta Sinfónica de Xalapa en una gira que realizaran por Brasil, hablan por si solas del nivel e importancia que le da ese grupo al problema de la universidad. La dificultad es mayor, como es menor el cerebro de quien intenta justificar esta injusticia. El cerebro de estos políticos es despilfarrar y desperdiciar tontamente ese tesoro.

El Estado, los derechos, la justicia, la libertad, la igualdad son conceptos abstractos y, por lo tanto, invisibles. Es necesario unirse a la causa de la Universidad Veracruzana, esa universidad de la que egresaron políticos profesionales y pensadores libres, probados.

Es inevitable cuidar el diálogo y la naturaleza, enmendar disparidades, contener los fanatismos, resistir la demagogia. Esa rebeldía y no otra cosa es la libertad, el último bastión que habrá que defender contra los piratas. (AF)

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