José Antonio Flores Vargas

En estos momentos de silencio pleno, en que nada se mueve y sólo queda contemplar el horizonte, la negrura que anuncia lluvias torrenciales, obliga a reflexionar en la realidad que nos imponen las circunstancias en Veracruz y en lo que le depara al estado la etapa de dos años de gobierno por única vez, resultante de una de las tantas reformas que acumula en su historia nuestra Carta Magna.

Y hay un descubrimiento. Una vez que pasen los tres días de tranquilidad y abstinencia etílica obligada, los ciudadanos y todos aquellos que estuvieron inmersos en la lucha electoral, deberán regresar a la existencia real, es decir, a la vida cotidiana, con todo y sus haberes, “queveres” y quereres. Casi, como diría Serrat en La Fiesta, antes de ser censurado: “la zorra pobre al portal, la zorra rica al rosal y el avaro a las divisas”.

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En particular, el candidato que resulte triunfador el domingo, una vez que amanezca el lunes, tendrá que empezar su viaje para volver al futuro, y podrá ser como en aquella famosa película: a manera de ciencia ficción, de comedia, o de historia, o las tres juntas, si lo prefiere.

Porque no hace falta de mucho conocimiento, para entender que lo que ahora le ocurre a Veracruz, también lo estaremos viendo por varios años en el futuro. Se afirma esto, porque las condiciones actuales tan deterioradas en varios rubros, persistirán, no porque el gobernador electo lo quiera, sino porque harán falta muchos recursos de toda índole para cambiar el estado de cosas.

Entre las realidades que enfrentará como gobernador, destacan, la exigencia de honestidad en su equipo, un clamor de todos los veracruzanos; la obligación de mejorar la seguridad en todos los sentidos; y por último, la pertinencia de proveer las condiciones para que, como lo ofreció en campaña, se puedan crear los miles de empleos que demandan los veracruzanos.

A manera de recordatorio, aquí van algunos datos terribles sobre la población veracruzana en 2014, fácilmente comprobables en la Página del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL). El 29.2% de los veracruzanos tiene un ingreso inferior a la línea de bienestar mínimo, es decir que a estos pobres no les alcanza para adquirir la canasta básica. En 2012, el porcentaje era del 24.0%. En otro dato igual de preocupante, el porcentaje de población en situación de pobreza subió del 52.6% al 58.0% entre los años de 2012 a 2014, lo que significa que ahora 4.6 millones de personas se encuentran en esa condición. Otro dato más desalentador es el de la carencia de acceso a la alimentación, referida actualmente al 30.0% de la población, cuando el porcentaje nacional es de 23.4%. Estos son los datos más duros de la realidad veracruzana, entre 2012 y 2014, periodo de la última medición que hizo el CONEVAL.

Los datos mencionados son parte del futuro real del Veracruz de los próximos dos años. Ojalá que el próximo gobernador tenga un deseo patriótico y ferviente de pasar a la historia como el estadista que supo afrontar y resolver estos problemas, y no sea un remedo de gobernante que sólo transite por Veracruz, sin dejar huella alguna, como un simple viajero del cine de evasión. Porque de ser así, habría que proporcionarle un aeropatín, como en aquella famosa película de aquel que vuelve al futuro.

 

 

 

 

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