Jesús Lezama

En el año de 2018, después de que se conoció que Andrés Manuel López Obrador y su Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) ganaron las elecciones por una mayoría absoluta, la sociedad y los contrarios a ese cambio, casi de inmediato, decían: “muy pronto van a explotar (caer) esos gobiernos, la inexperiencia e impericia para gobernar los llevará al fracaso”.

A mas de un año de que la Cuarta Transformación gobierne México, la sociedad observa y va evaluando las acciones que la administración ha emprendido. En efecto, han sido muchas las deficiencias mostradas por los funcionarios de esta nueva etapa en el país. Inseguridad, desabasto de medicamentos, nulo crecimiento económico, nepotismo, corrupción -por mencionar algunos- son los tópicos más ventilados en los medios de comunicación y en las benditas redes sociales.

Hasta el momento, los gobiernos de la Cuarta Transformación no han reventado, se vienen debilitando porque no muestran capacidad para encabezar gobiernos eficientes ni comprometidos con la sociedad y la legalidad, que algún día prometieron cumplir y hacer cumplir.

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Los señalamientos que día con día se van difundiendo en los medios de comunicación y sociales no parecen que sean una preocupación para los funcionarios transformadores. Saben que lo importante es gozar los privilegios cuando se tiene “todo el poder” y lo hacen valer.

Por ello, cuando se les cuestiona por alguna irregularidad en el actuar, sus argumentaciones mudan a evocar el pasado de corrupción o abuso de poder cometidos en gobiernos anteriores. No hay propuesta o visión clara que muestre el cómo alcanzarán esa etapa de transformación que todos los días repite el presidente López Obrador.

De todo esto, hay algo que se comienza a observar en el horizonte social y político del país, los personajes de la 4T no provocarán una explosión del gobierno porque las instituciones mexicanas son más fuertes y sólidas que ellos, sino que harán implosión por el desmedido grado de ambición de los neopolíticos transformadores de México.

Resta estar atentos al reparto del botín. Nada ha cambiado realmente, salvo la coreografía. 

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