“Desde el cielo una hermosa mañana, desde el cielo una hermosa mañana, La Guadalupana, La Guadalupana, La Guadalupana bajó al Tepeyac/ Suplicante juntaba sus manos, y era mexicana, y era mexicana, y era mexicana su porte y su faz”

Ni los 10 grados centígrados en Xalapa, impidieron a los peregrinos acudir a su cita anual para visitar a la virgen, mientras se acercaban escuchando cada vez más fuerte, el himno que se cantaba en la pequeña Basílica.

“La fe mueve montañas”, dijo uno de los feligreses que aseguró que en Acajete se siente más frío, y que en Xalapa iban a “calentarse” cuando hubiera más gente al cantar “Las Mañanitas” a la Virgen de Guadalupe.

Anuncios

La Basílica Menor de El Dique, ubicada en lo que fue un barrio bravo, originado en la época porfirista, cuando en la zona estaban las fábricas textiles de El Dique y La fama, es el espacio religioso donde la fe y la esperanza convergen. La primera capilla se creó en el cerrito con apoyo de las fábricas de hilados y tejidos, para uso de los obreros y ferrocarrileros que habitaban en esa época.

Basílica Menor de El Dique, ubicada en Xalapa, Veracruz.

Ahí en esa zona de culto mariano, no hay frío, ni tristeza, ni nada, porque lo que mueve a los peregrinos es el agradecimiento. Sin importar si caminan o corren por varios kilómetros, lo más importante es llegar.

Y es que Xalapa se ha convertido en el destino de quienes no pueden ir a la Basílica de la Virgen en la Ciudad de México y ahora este edificio parecido al original, recibe a los fieles que quieren celebrar el Día de la Virgen.

Por eso es que cansados y con el frío calándoles los huesos, los católicos caminan con la fe desbordada, como cada 12 de diciembre.

Unidos en una sola voz, una pequeña peregrinación proveniente de Naolinco, “calentó” los corazones de quienes caminaban por los escalinatas, en espera de tener lugar dentro del recinto antes de “Las Mañanitas”.

“La fe mueve montañas”. Peregrino viajando hacia la Basílica Menor de El Dique.

“Oh María, madre mía, oh consuelo del mortal…” retumbó en los oídos de quienes desafiaron a las autoridades que pidieron no salir de sus hogares por las bajas temperaturas.

Y es que en este 2017, la Iglesia Católica celebró los 486 años de las apariciones de Guadalupe en el Cerro del Tepeyac, en un periodo que coincidió con uno de los frentes fríos más rigurosos de los últimos tres años y que golpeó a los viajeros que provenían de las zonas serranas de Las Vigas de Ramírez, Altotonga, Acajete, Jalacingo y otros municipios.

Ellos y otros feligreses de distintos puntos del país, alegres caminaron entre los puestos de comida, pan, dulces típicos y hasta gorras y cd’s de música de banda, para llegar al santuario.

Este año según las estimaciones de las autoridades, se espera la llegada de al menos 13 mil grupos y alrededor de 2.5 millones de peregrinos, fieles y visitantes.

Hasta ahora, la Iglesia tiene registradas 10 mil 300 peregrinaciones, pero siempre hay otras que llegan “de sorpresa”, como la de Tomás, que proveniente de la colonia Zapata, caminó junto con sus vecinos y familia cargando la imagen de la Virgen, porque tras una grave enfermedad que lo tuvo en cama varios meses, ahora puede agradecer los favores de la Virgen.

Otras peregrinaciones provienen de Actopan, Veracruz y Poza Rica, pero también de Oaxaca, Puebla, Yucatán, Quintana Roo, Tamaulipas, Guerrero, Tabasco y Chiapas. Algunos de los visitantes se quedan de dos a tres días, y para ello cuentan con algún apoyo alimentario de los vecinos.

Por ello, este año cerca de 300 voluntarios trabajan incansablemente los días previos al 12 de diciembre, pues ellos son quiénes reciben a los fieles y les indican en qué momento pueden entrar.

Antes, un monaguillo vestido de blanco y enfundado en una chamarra negra, arroja sobre ellos “agua bendita” como señal de bienvenida.

Niño preparado para honrar a la Virgen de Guadalupe.

Pero la fe no impide que los fieles sufran las consecuencias de largas caminatas, pues Rosa, una de las voluntarias, relata que muchos de ellos llegan con ámpulas en los pies, bajas de presión o insulina, desmayados, por lo que son atendidos por personal médico.

Además, la Basílica dispuso de espacios para brindar alimentación y descanso a quienes han recorrido diversos kilómetros para llegar hasta el recinto. Y es que al final de todo, la fe se acompaña de la misericordia por los fieles que han incluso puesto su salud en riesgo por acudir a la cita.

Por eso se habilitaron siete salones equipados con colchonetas y cobijas, a fin de que puedan descansar y resguardarse del frío al menos 500 personas.

En el comedor, los voluntarios preparan a toda hora alimentos para los cansados peregrinos, pero ninguno se ve agobiado porque en sus rostros está la seguridad de hacer algo que les llena el corazón.

En la cocina hay 30 personas que atenderán a 9 mil personas, porque este 12 de diciembre la noche es larga y fría, pero la fe “mueve montañas”.

Las primeras peregrinaciones se hacían desde la Escuela Normal hasta la capilla que al paso de los años se convirtió en famoso santuario guadalupano. Fue en los noventa del siglo pasado, cuando el padre Vicente Condado se echó a cuestas la construcción de la Basílica que sustituyó a la iglesia existente.

Como parte de la misa, el cura orgulloso de la tradición, platicó que este año, la celebración coincide con los días del sábado al martes, en que originalmente apareció la virgen al indio Juan Diego.

Publicidad