Botella al mar

Por Jorge Luis Alarcón C.

De alarmante se puede calificar lo declarado por el Presidente Municipal de Xalapa, Hipólito Rodrtíguez, cuando reconoce que “todo el trabajo de contención del virus causante del Covid-19 que se tuvo durante marzo, abril y mayo en Xalapa se vino abajo a partir del 1 de junio, cuando miles de personas salieron a las calles sin acatar las instrucciones sanitarias…”.

Y como no alarmarse si, de acuerdo con los recientes reportes, Veracruz cuenta con 11,539 casos confirmados y 1758 defunciones; mientras que Xalapa se acerca a los 500 contagios confirmados y está por rebasar las 60 defunciones.

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Aún se recuerda, con mucha nostalgia, aquellos tiempos en que en nuestra ciudad se podía caminar con una tranquilidad envidiable. Éramos jóvenes y andar por las calles semi-alumbradas, después de la medianoche, era confortable, se respiraba un ambiente de paz y tranquilidad, nuestras madres no tenían de qué preocuparse.

Casas de puertas abiertas, las protecciones en puertas y ventanas eran innecesarias, la calle era el espacio público donde se salía a jugar, a platicar, a convivir, día con día. Si la calle del barrio se llegaba a cerrar, era para festejar una fiesta, una posada en tiempos navideños, la calle como espacio de diversión e integración social.

Hoy, la calle se ha convertido en un riesgo. En estos tiempos, caminar por los espacios públicos hace necesario llevar cubrebocas o caretas que nos protejan de posibles contagios. Quien se atreve a salir sin estos aditamentos, se expone a cruzar el límite de un potencial contagio. Si no es verdaderamente necesario, lo mejor es no salir de casa.

Abrir lo más pronto posible nuestras calles, es el reto. Por tal motivo, debemos acabar con esa percepción que existe de que a “mi no me pasa nada”. La irresponsabilidad de algunos puede ser el contagio de otros.

En estos momentos en que la epidemia se hace más presente en Xalapa, resguardarnos en casa, se hace imprescindible. Si pronto queremos volver a disfrutar nuestras calles y los espacios públicos, para dejar el encierro, el encapsulamiento que nos ahoga y que no nos  deja respirar tranquilamente, es necesario tener paciencia. Ya vendrán tiempos mejores.

Pronto, muy pronto, las calles volverán a ser de todos y para todos.

Mientras tanto, no hagamos de nuestras calles, ¡¡¡callejones sin salida!!!

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