Laura Cruz
Xalapa, Ver.- Hasta el momento la mayoría de los sectores productivos de Veracruz se han pronunciado en contra del gobierno estatal que encabeza Javier Duarte de Ochoa, el cual deja su mandato el próximo 30 de noviembre.
Durante el último año de gobierno, en la entidad veracruzana se percibe un ambiente tenso. Las manifestaciones y reclamos ciudadanos son el pan de cada día en Xalapa. Los habitantes de la capital veracruzana padecen, un día sí y otro también, los cientos de bloqueos en las principales avenidas de la ciudad.
Esta situación ha generado que cientos de ciudadanos se trasladen de un lugar a otro a pie, en el automóvil de algún compañero o en los medios de transporte público más accesible. Las autoridades estatales no dejan de mostrar la indolencia con la que han actuado durante estos extensos seis años del duartismo.
Las pérdidas económicas que sufren los comerciantes xalapeños son cuantiosas. Este sector, también lastimado, lamenta fuertemente la situación. Sin embargo, el dinero es lo que menos importa a todas las personas que sufren por la pérdida de un familiar, de un amigo o de algún conocido como resultado de una deficiente administración policiaca.
La inseguridad es un problema que aqueja todos los niveles socioeconómicos y en los principales municipios de Veracruz. La delincuencia organizada, asesinatos, robos, secuestros son temas que ocupan las principales noticias en los medios de comunicación en general.
El gobierno del estado ha quebrado sus finanzas públicas. La multitud de cifras que manejan las instancias de fiscalización federal y estatal, las investigaciones que realiza el Servicio de Administración Tributaria y la Procuraduría General de la República dan cuenta de presuntos actos de corrupción descomunales. Javier Duarte de Ochoa, deja un estado desolado y una sociedad lastimada.
Los pensionados, los estudiantes, los trabajadores del campo, de la industria, los empresarios, se han manifestado sin que existan resultados concretos a las demandas. Lo que hay son respuestas a medias y promesas que quizá no van a cumplirse.
El gobernador electo, Miguel Ángel Yunes Linares entra constitucionalmente en funciones el 1 de diciembre, entre sus promesas están el sancionar y meter a la cárcel al actual Gobierno corrupto; terminar con la inseguridad y reactivar la economía en general.
Suena prometedor. Sinceramente todas esas promesas son poco creíbles. Dos años no sirven de mucho para sanar las heridas de aquellos que exigen justicia por sus desaparecidos, o para quienes exigen sus pagos para continuar trabajando o alimentar a sus familias.
¿Qué queremos los veracruzanos? Paz y tranquilidad, trabajo, una economía activa, pero sobre todo que la impunidad se termine y los funcionarios públicos se dediquen a desempeñarse a favor de una mejor sociedad.
Veracruz lo merece y los veracruzanos lo exigen.
