La dura embestida que han dado los funcionarios de la Auditoría Superior de la Federación (ASF) y el Servicio de Administración Tributaria, al Gobierno de Veracruz, a funcionarios y exfuncionarios Duartistas, si tiene preocupado a más de uno de los involucrados.

Como es costumbre, cuando está por terminar la gestión de un mandatario, el tema de las traiciones es pan de cada día en corrillos políticos, oficinas, cafés o cualquier centro de reunión donde se rasca el morbo político. Entre lo que se dice y lo que hay, existe un verdadero abismo que no permite conocer que ha sucedido, o cómo están, sucediendo las cosas.

Sin embrago, la ausencia de acciones contundentes, en las instituciones encargadas de vigilar y fiscalizar el uso adecuado de los recursos públicos, no contribuye a frenar la ola de desprestigio en la que se encuentra el Gobierno de Veracruz.

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El agobio de muchos involucrados los ha llevado a atender sus asuntos de manera personal, ante las instancias en donde están señalados o involucrados. Algunos “presuntos” saben que esto es un asunto complicado y que no se trata de situaciones administrativas sino penales.

Las pifias jurídicas y el “no pasa nada” podría llevar al encierro a varios.

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