Después de la serie de declaraciones, cuentos y ficciones que nos regaló Javier Duarte esta semana, el exgobernador del pa’ delante y esposo de la señora de la abundancia, lo que más desea es regresar a comer las tortas de la Rielera en Córdoba o los langostinos en chilpaya, en la “intimidad” de Antón Lizardo.

Intimidad que se desconoce con quien compartía, aunque dadas las revelaciones que surgieron en las redes sociales de la ex presidiaria Xochil Tress, todo apunta a que Duarte lo que en realidad quiere es comerse un pavo… la próxima navidad y fuera del RENO, con la venía de la 4T.

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