Así como debe denunciarse y no olvidar quienes fueron los diputados priistas que traicionaron a Veracruz, aprobando todas las atrocidades que enviaba Javier Duarte al Congreso Local, la población debe reconocer que también hubo diputados que resistieron cañonazos (de todo tipo) enviados desde Palacio de Gobierno.
Todavía se recuerda la vergonzosa defensa que hicieron legisladores, como Francisco Garrido al momento de aprobar la modificación del Impuesto a la Nómina para pagar hasta empresas fantasmas o la zalamera argumentación de Marcela Aguilera defendiendo la propuesta para nombrar Fiscal Anticorrupción.
¿Qué podrán decir ahora este par de “políticos” que se vendieron por un puñado de lentejas?
Ojalá estos y muchos otros diputados, hubieran tenido los arrestos y la congruencia que mostraron Ricardo Ahued, Jesús Vázquez, Mónica Robles o Gladys Merlín, por mencionar a algunos, al momento de defender los intereses y dignidad de los veracruzanos.
La sociedad señala que esta fue una Legislatura para llorar, pero nos dio la oportunidad de aprender qué es lo que no debe hacer un congresista.
A ver como llegan los otros.