A primera vista parece una solución fría y forzada, pero quienes ven cómo se reducen los encuentros sexuales por el estrés, porque las responsabilidades del hogar les han desbordado, por la dedicación que requiere el cuidado de los hijos u otros familiares, incluso por tener numerosos compromisos sociales, quizá deberían probarla. Podría sorprenderles. De hecho, es una de las opciones favoritas de los sexólogos para los casos en los que la falta de ganas no es la principal causa de que el sexo escasee en la pareja. La estrategia se llama agenda sexual y consiste en buscar un hueco en la planificación de la semana para intimar con la pareja, estableciendo de antemano sitio, fecha y hora. Literalmente.

Que la prescripción de esta versión ultraorganizada y optimizada del clásico ‘sábado, sabadete’ proceda de una especialista aporta confianza, pero no evita que la idea provoque rechazo. Al fin y al cabo, ¿cómo es posible programar algo que debería surgir de manera natural? La terapeuta y sexóloga Inma Ríos lo explica: “Le damos mucho valor a la espontaneidad en nuestras relaciones sexuales. Parece que los mejores encuentros que recordamos surgieron sin ser esperados y tenemos la fe de que, sin hacer nada, llegará el momento de disfrutar de nuevo de una experiencia extraordinaria… De este modo lo convertimos en un placer del que disfrutar muy pocas veces y por azar”. La verdad es que pretender que todo llegará por arte de magia, como parece que sucede al principio de una relación de pareja, puede ser una forma de condenar al fracaso la vida sexual.

La también sexóloga Irene Valverde insiste en que esta estrategia es perfecta para quienes no tienen tiempo para tener un encuentro erótico, e invita a no considerar las frías páginas de la agenda como un impedimento, tal y como hacemos con otras cosas, como cenar con los amigos: “Nos pasamos el día planeando; la comida que vamos a hacer, la ropa que nos pondremos, el viaje del fin de semana… un sinfín de eventos programados, y, en lo que atañe al sexo, no iba a ser distinto”. En cierto sentido, lo que dice Valverde es de lo más lógico; si uno se esfuerza en sacar tiempo para ir al cine a la hora que comienza la película o para hacer la compra antes de que la nevera esté vacía, ¿por qué no buscar un hueco para tener sexo con la pareja? ¿No es eso lo que uno suele hacer al principio de una relación? Más aún, ¿por qué no convertir la agenda en un pretexto para añadir un poco de picante a la relación?

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Encuentros preparados, con sorpresa, en un hotel…

Las reticencias a este plan nacen de que “solemos pensar que si planificamos nuestros encuentros sexuales se pierde la magia”, apunta Ríos. Según la experta, si pensamos así lo más probable es que estemos gravemente equivocados. “La anticipación del momento ya es placentera de por sí. El tener en mente que vas a disfrutar y preparar lo que se va a hacer nos predispone para el momento. Activa nuestras fantasías y alimenta la libido”, recuerda para quienes hayan olvidado la sensación.

Eso sí, para que una sesión de sexo programada sea un acontecimiento memorable, y las citas no se conviertan en poco menos que obligaciones como visitar al dentista (que no suele ser agradable), es importante saber cómo planear el momento. No solo hay que buscar un hueco en el que ambos miembros de la pareja prevean que van a estar relajados, “la duración también debe acordarse, teniendo en cuenta que esta cita es igual de importante que cualquier otra”, subraya Valverde.

También hay que cuidar los detalles para que la experiencia resulte apetecible, y para conseguirlo no hay nada mejor que planificar la dinámica. El juego puede comenzar antes del encuentro en sí mismo, la única barrera es la falta de imaginación. “Podemos hacer una visita a una tienda erótica y seleccionar algún accesorio para ese día”, sugiere Valverde. Y añade: “Cada uno puede decidir el modo de planificarlo. Se puede acordar en pareja o establecer encuentros preparados por un miembro de la pareja cada vez, a modo de sorpresa”, incluso preparar algo especial como una cita en un hotel. Eso sí, hay que tener claro que esta solución no es para cumplir rápidamente, sino para dedicar tiempo de calidad a la pareja cuando las circunstancias lo ponen difícil.

Y si, pese a todo el esfuerzo, la cosa no termina de fluir, no hay que hacer un drama. Siempre se puede reconvertir una cita sexual en otra en la que reencontrarse, hablar o disfrutar de un rato abrazados piel con piel. Lo importante es organizarse y sacar un rato para intimar con la pareja, haya relaciones eróticas o no. “Se puede comenzar por diferentes actividades gratificantes que impliquen intimidad, risas y placer: masaje, baile, caricias, baño o ducha, cena… e ir viendo cómo se va desarrollando el momento”, concluye Ríos.

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