Tratando de distraer a la población que celebra la Semana Santa y con el objetivo de cimbrar a las huestes del PRI, camina por algunas veredas políticas, uno de los candidatos a la presidencia estatal del partido.

Adolfo Ramírez Arana, acuerpado por importantes y determinantes líderes tricolores, viaja -generalmente por aire- solicitando y convenciendo a la fiel militancia.

Sus asesores cercanos, y él mismo, dejan ver que tras su candidatura se encuentra el poderoso sector fifí del PRI en Veracruz.

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Ante la fuerza avasalladora lograda con esa estratégica sinergia, ni Carlos Aceves con el caudal cetemista nacional, ni Marlón Ramírez con el hombre de la máscara bipolar, tienen nada que hacer.

El Fofo conduce el paso de las ovejas sorteando barrancos para después servir, como siempre, a las más elevadas y nobles causas del partido.

Como cabús de ese raudo ferrocarril lleva guardándole las espaldas, y todo lo que puede, a dos priistas: un candidato a gobernador y a la chamacada americanista.

Lo que Adolfo no quiere entender, es que el cuadrilátero es de otros.

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