Un pequeño colibrí ha entablado una amistad muy poco probable con el hombre que le salvó la vida. A primera vista, Michael Cardenaz parece un tipo realmente pensativo. Pero a pesar de su imponente estatura, no es más que un gigante gentil, ya que en la historia de hoy te contamos que ese animalito que vuela se convirtió en su amigo por que cada año lo va a visitar y es por eso que esta noticia se hizo viral en redes sociales, aquí te dejamos las fotos.

Aunque es un gran admirador de Harley Davidsons y los perros de raza pastor, el ex oficial de SWAT tiene un amigo muy poco creíble, un colibrí cuya vida salvó años atrás. En 2016, Michael estaba disfrutando el día en su porche en Grovetown, Georgia, cuando de repente un pequeño pájaro se le acercó. El sabia que algo estaba mal. “Me sorprendió un poco”, le dijo a MNN. “Finalmente, estoy pensando, ‘los colibríes al azar no solo aterrizan en mi mano. Este debe ser uno de mis rescates”.

Resultó que la pequeña criatura estaba gravemente herida. “Varias de sus plumas en sus alas se rompieron y no pudo alzar el vuelo”, recordó Michael. Un alma amable, el hombre tomó el pequeño colibrí y lo cuidó. Alimentó al pequeño con agua azucarada y más tarde el lo llamó Buzz. “Tuve que esperar hasta que se mudara, y volviera a tener alas nuevas. Eso fue ocho semanas. Y se convirtió en parte de la familia”, dijo.

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Después de que se recuperó por completo, el pequeño Buzz lo lanzó al aire una vez más y Michael pensó que no volvería a ver a su pequeño amigo, tal como sucedió con otros pacientes. “Por alguna razón, los animales se sienten atraídos por mí. He rescatado ardillas, zorros, conejos, venados, lo que sea”, dijo. “Todos me llaman Doctor Doolittle”.

La próxima primavera, Buzz volvió a visitar a su héroe. “Y ha regresado durante los últimos cuatro años”, dijo el hombre. Entonces supo que había hecho un amigo de toda la vida, el pequeño colibrí que cuidaba. Pero la primavera pasada, Michael se asustó un poco, ya que Buzz no ha aparecido a tiempo como solía hacerlo. “Estaba un poco preocupado por él, y estaba en el porche delantero barriendo, y sentí que algo me rodeaba la cabeza”, dijo. “Me paré en el porche delantero, extendí la mano y él aterrizó en mi mano”.

Michael y su amable corazón demuestran una vez más que no debemos juzgar un libro por su portada. “Probablemente no soy el tipo que pensarías que son enfermeras colibríes, pero los ves indefensos y quieres que vuelvan a ponerse de pie”, agregó el hombre de buen corazón.

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