Pepe Valencia

Es evidente la intentona de Andrés Manuel López Obrador de continuar ejerciendo el poder más allá de su sexenio en caso de triunfar Claudia Sheinbaum el domingo 2 de junio.  El último en imponer un maximato, Plutarco Elías Calles, terminó exiliado por Lázaro Cárdenas del Río en abril de 1936.

Carlos Salinas de Gortari acaso vio en Ernesto Zedillo un sucesor débil y dócil. Craso error.  Zedillo pintó ipso facto su raya y encarceló a Raúl, el hermano mayor de su antecesor.

Antes, Luis Echeverría pretendió influir en su amigo de juventud, José López Portillo. Éste le respondió con un contundente “el poder no se comparte” y lo envió de embajador a las lejanas islas Fiji, al otro lado del mundo.

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El propio Gustavo Díaz Ordaz se equivocó al confiar en la lealtad de Echeverría, quien apenas ungido como candidato le daría la espalda y al poco tiempo lo condenaría al ostracismo político.

¿La dama de hielo perdonaría las humillaciones de su actual jefe político y le obedecería ciegamente si llegara a ser presidenta? ¿O lo mandaría en un santiamén a su rancho?

Claro, López Obrador hará lo imposible por mantener  el poder tras el trono.

Y si gana Xochitl Gálvez hasta a prisión puede ir.

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