La ola de intoxicaciones masivas en escuelas del sureste de México sigue envuelta en el misterio, mientras por primera vez se registró un caso fuera del estado de Chiapas, esta vez en el de Veracruz, donde al menos 39 alumnos de secundaria debieron ser hospitalizados. En medio de las especulaciones para explicar este fenómeno, algunos aseguran que se trata de actos intencionales, mientras otros creen que los vendedores de drogas deciden arrojar sus productos a tanques de agua limpia usada para los bebederos escolares o abandonarlas en los sanitarios ante la señal de un inminente registro.
Lo más cercano a la verdad es, a juicio de especialistas, es que los casos iniciados el mes anterior en colegios públicos de Tapachula, Tuxtla Gutiérrez y Bochil, Chiapas, demuestran que las drogas están llegando cada vez más a los centros escolares, sin que las autoridades sean capaces de impedirlo. En el caso más reciente, registrado este lunes, 39 estudiantes de la Secundaria Técnica número 67, en el municipio de Alamo Temapache, fueron llevados al hospital más cercano al sufrir repentinamente dolores de cabeza, mareos, náuseas y fuertes palpitaciones, así como desmayos.
Según testigos, el caos se desató después de la tradicional ceremonia de honores a la bandera, que precede al inicio de clases semanales. Elementos de los organismos de emergencia fueron movilizados para atender a los adolescentes, que se mantienen estables y bajo vigilancia médica, sin que hasta ahora se sepa de casos graves, según reportó la doctora Romana Gutiérrez, directora de Atención Médica de Servicios de Salud de Veracruz.
Además, la fiscalía ordenó aplicar exámenes toxicológicos para determinar las causas de los malestares.
En menos de un mes han ocurrido tres casos de intoxicación, el primero de los cuales ocurrió en la Secundaria Juana de Asbaje en Bochil, Chiapas, en la zona de influencia zapatista, y tres casos arrojaron envenenamiento por cocaína diluída en agua.
Luego en el Colegio de Bachilleres Chiapas Polyforum de Tuxtla Gutiérrez, la capital, otros estudiantes resultaron intoxicados después de haber consumido brownies que contenían marihuana.
Antes de Bochil también hubo otros dos casos en Tapachula, pero recibieron escasa cobertura mediática.
Algunos testimonios publicados por medios locales e internacionales reportaron que alumnos que venden droga dentro de las escuelas han pedido a otros estudiantes arrojar sus productos en tanques de agua cuando se anuncia un operativo de registro.
“Me dijeron que ahí fueron a tirar la droga. Al ladito de la cancha. Yo fui a rellenar ahí mi agua y directo me lo tomé”, dijo Lupita, de 11 años, citada por el diario El País.
Hasta ahora no ha habido personas muertas, pero se teme que en cualquier momento pueda haber un desenlace fatal. El caso de Bochil fue detonado cuando se descubrió que una niña llevaba en su bolso escolar un teléfono celular y la dirección ordenó una requisa, por lo que algunos estudiantes que distribuyen droga se habrían asustado y arrojaron donde pudieron sus productos.
Pero todo esto todavía se encuentra en el terreno de las especulaciones y sólo ha habido algunos testimonios de estudiantes que no se identifican, mientras la Fiscalía de Chiapas sigue insistiendo en que no se trata de intoxicación por drogas.
Para poner freno a nuevos casos, autoridades escolares en Chiapas ordenaron aplicar revisiones diarias a las mochilas de los estudiantes.
La jerarquía católica en Chiapas señaló que ante las intoxicaciones masivas “urgen estrategias de prevención y concientización en estudiantes”. El Arzobispo de Tuxtla Gutiérrez, Fabio Martínez, dijo que los padres y madres “deben estar más cerca de sus hijos, platicar con ellos y prevenirlos de los riesgos actuales, como el de las drogas, porque los narcotraficantes acechan y buscan la forma de tener nuevos adictos”. “Hago un llamado a los docentes a cuidar las escuelas, a las autoridades para que cuiden los centros escolares, porque esto que ha ocurrido puede que sea un aviso de algo mayor”, dijo el representante de la Iglesia católica.
