La compañía gasista ucrania que está en el centro del escándalo que ha llevado al impeachment de Donald Trump fue objeto de pirateo por parte de los servicios secretos de Defensa rusos el pasado mes de noviembre, según concluye una empresa de seguridad estadounidense en un informe hecho público este lunes. Los piratas lanzaron una campaña de phishing para lograr contraseñas de empleados de Burisma, la firma para la que trabajó durante años Hunter Biden, hijo del exvicepresidente y hoy candidato presidencial Joe Biden. Aunque el análisis no concluye qué datos hallaron o buscaban exactamente, el tipo de operación y el momento en que se pone en marcha apuntan a que el objetivo era el demócrata.

Area 1 Security, la empresa de California que ha llevado a cabo la investigación, señala como responsable al Departamento Central de Inteligencia (GRU, en las siglas antiguas con las que habitualmente se le conoce), división responsable también, según los servicios de inteligencia y la Justicia de Estados Unidos, del pirateo a los servicios de correo del Partido Demócrata en las elecciones de 2016. El robo de los emails de los demócratas constituyó una de las grandes patas de la campaña de injerencia que buscaba favorecer la victoria del republicano Trump frente a su rival, Hillary Clinton. Las informaciones sobre Hunter Biden, cuyo empleo y alto salario (unos 50.000 dólares mensuales) en la gasista resultó muy controvertido, también podrían resultar potencialmente dañinas para la carrera del padre a la Casa Blanca.

Para lograr la información de la gasista ucrania, los hackers utilizaron técnicas habituales como el desvío a páginas web falsas, idénticas a las que los usuarios utilizan habitualmente, con el fin de que introduzcan sus nombres de usuario y contraseñas.  “En esta campaña el GRU buscaba específicamente los datos de los correos de empleados de Burisma Holdings y sus compañías filiales y socias. Las credenciales robadas permiten al GRU disfrazarse de usuarios de correos concretos y acceder a los datos contenidos en las cuentas de correo”, señala el informe de Area 1 Security.

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El presidente ejecutivo de la firma, Oren Falkowitz, insistió en declaraciones a los medios estadounidenses que sus investigaciones no podían concluir si los Biden eran el objetivo de esta campaña, si bien el hecho en sí del pirateo contra la gasista ucrania resulta “indiscutible”. “Esta es una campaña que está en marcha”, señaló Falkowitz, según recoge Associated Press, un exhacker de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, en sus siglas en inglés) que ahora cuenta a políticos entre sus clientes.

El episodio revela hasta que punto el peligro a los ciberataques sigue presente de cara a las presidenciales de 2020, tras unas elecciones marcadas por el escándalo de la injerencia rusa, que además del robo de correos incluyó una amplia campaña de propaganda e información falsa. Los servicios de inteligencia estadounidenses señalaron directamente a Vladímir Putin como instigador de esta estratagema para ayudar en la victoria de Trump, si bien la investigación posterior no halló pruebas de colusión entre el Kremlin y el círculo del republicano.

La sombra de las maniobras con un Gobierno extranjero también asoma en el escándalo de Ucrania. El juicio político a Trump se centra precisamente en si utilizó su poder presidencial para tratar de dañar las posibilidades electorales del precandidato demócrata y obtener ventajas para la reelección en 2020. En concreto, la Cámara de Representantes ha acusado al mandatario de abuso de poder al presionar al presidente ucranio, Volodímir Zelensky, para que anunciase una investigación sobre Burisma, llegando a usar unas ayudas militares a este país –que congeló durante semanas sin motivos claros– como moneda de cambio. El presidente también se enfrenta al cargo de obstrucción al Congreso por torpedear toda la investigación.

La llegada de Hunter Biden, sin experiencia en el sector gasista, a la compañía Burisma tuvo lugar poco después de la revolución del Maidán, en 2014, cuando su padre, en calidad de vicepresidente de la Administración de Obama, viajó varias veces al país con el fin de ayudar a apuntalar el nuevo Gobierno. Si el fichaje resulta de por sí políticamente cuestionable, la propiedad de Burisma contribuye a los recelos, pues pertenece a un oligarca llamado Mikola Ziochevski, próximo al expresidente Yanukóvich, investigados en varias ocasiones por abuso de poder, lavado de dinero y enriquecimiento ilícito.

Hunter Biden ha admitido recientemente que aceptar ese empleo resultó un “error de juicio”, si bien ningún indicio de delito ha trascendido nunca de su papel en la gasista y la justicia ucrania nunca le ha investigado. La campaña de Biden señaló el lunes por la noche que el pirateo ruso demuestra que el vicepresidente es la bestia negra de Rusia para esta campaña, en la que más de una decena de demócratas pugnan por ser el candidato presidencial.

El impeachment llega al final al Senado

La Cámara baja, de mayoría demócrata, se dispone a votar este miércoles el traspaso de los cargos contra Trump, los llamados artículos del impeachment, al Senado, donde se celebrará el juicio propiamente dicho contra el presidente. La absolución se da por descontada, ya que el veredicto de culpabilidad -y, por consiguiente, destitución del mandatario- requeriría dos tercios de los votos y los senadores republicanos, que ocupan 53 de los 100 escaños, han dejado claro su apoyo absoluto a su hoy por hoy máximo líder. Los congresista también elegirán a los conocidos como gestores del impeachment, los legisladores que ejercerán de fiscales. Trump es el tercer presidente de la historia de EE UU en someterse a este proceso. La Cámara de Representantes aprobó la acusación el 18 de diciembre, pero la presidenta de de esta, la demócrata Nancy Pelosi, paralizó el proceso todo este tiempo tratando sin éxito de obligar a los republicanos de la Cámara alta pactar las reglas de juego del juicio, permitiendo sobre todo la comparecencia de testigos que los demócratas reclaman. Pero el proceso nace herido de desacuerdo.

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