El 42% de los estadounidenses, en su mayoría mujeres, suele evitar las noticias, desde las relacionadas con pandemia hasta la invasión rusa de Ucrania o el aumento del costo de vida, ya que son “demasiado deprimentes”.

Es el porcentaje más alto del mundo, según una investigación reciente del Instituto Reuters.

El reporte, sin embargo, indica una tendencia generalizada (del 29% al 38% en 5 años), especialmente en los países con mayor índice de agitación política, como Estados Unidos, Brasil y Gran Bretaña.

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Se trata de una auténtica epidemia, sobre todo entre los menores de 35 años, que cada vez están más informados en la red TikTok y otras plataformas sociales.

El 36% explicó que las noticias les bajan el ánimo.

El nivel de confianza en las noticias, y en los medios que las producen, también sigue cayendo: solo el 42% cree en ellas la mayor parte del tiempo.

Un porcentaje que en Estados Unidos descendió a un récord mundial del 26%, con una decena de puntos perdidos bajo el devastador y constante ataque a la prensa por parte de la presidencia de Donald Trump.

El fenómeno llevó a expertos e intelectuales a investigar los motivos de esta huida del creciente e incesante bombardeo informativo.

Entre ellos, Amanda Ripley, una reconocida periodista estadounidense (Time, The Atlantic) y escritora (autora del bestseller “The Smartest Kids in the World”) que comenzó a capacitar a periodistas para cubrir conflictos polarizadores de una manera diferente, en colaboración con la “Solutions Journalism Network”.

La reportera, que recientemente contó su experiencia en el Washington Post, confiesa que se desconectó de las noticias durante años tras acudir a un terapeuta, tras descubrir que algunos compañeros, en su mayoría mujeres, hacían lo mismo.

“Si muchos de nosotros nos sentimos intoxicados por nuestros productos, ¿podría haber algo mal con ellos?”, se preguntó.

Encontró confirmación en una investigación del Instituto Reuters, según la cual las noticias son desalentadoras, repetitivas, de dudosa credibilidad y dejan al lector con un sentimiento de impotencia.

Sin embargo, en su opinión, la falta de confianza en los medios o en su modelo de negocio basado en el supuesto atractivo de la negatividad no basta para explicar la creciente desafección por las noticias.

Se trata de que la prensa ignora “el factor humano”, es decir, la capacidad de metabolizar una perpetua avalancha de malas noticias.

“No creo que estemos equipados, psicológica o mentalmente, para recibir noticias e imágenes catastróficas y desorientadoras las 24 horas del día, los 7 días de la semana.

Somos criaturas analógicas en un mundo digital”, explicó la periodista Krista Tippett, galardonada por el expresidente estadounidense Barack Obama con la medalla a los Estudios Humanistas.

Al entrevistar a otros expertos, incluidos médicos, científicos y psicólogos, Ripley concluyó que los medios carecen de tres ingredientes: esperanza (cuya ausencia genera depresión, ansiedad, enfermedad), acción y dignidad.

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Los reporteros, por lo tanto, deben encontrar la manera de vislumbrar la esperanza detrás del miedo, de convertir la ira en posibles soluciones, de acercarse a todos con respeto.

No es un desafío fácil, pero algunos lo están experimentando, como “Solutions Journalism Network”, que está capacitando a más de 25.000 periodistas en todo el mundo.

O el Christian Monitor, que intenta contar lo que pasa en el mundo reportando realidades brutales y fotos vívidas con la receta sugerida por Ripley. 

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