Meng Hongwei, expresidente de Interpol, ha sido condenado a 13 años y 6 meses de cárcel por corrupción, según ha informado hoy martes la justicia china. Se cierra así un episodio que comenzó con su desaparición en octubre de 2018. Por aquel entonces, Meng compatibilizaba la jefatura de la organización policial con el cargo de viceministro de Seguridad Pública en su país de origen. Después de varias semanas de silencio institucional y rumores incesantes, el gobierno chino confirmó su detención, como parte de una de las muchas investigaciones enmarcadas en la campaña anticorrupción de Xi Jinping. Meng, que ha reaparecido hoy con aspecto desmejorado, también ha sido condenado a pagar una multa de 2 millones de yuanes (unos 260.000 euros).

El Tribunal Popular Intermedio de Tianjin, ciudad portuaria cercana a la capital, ha dado por hecho que entre 2005 y 2017 Meng se aprovechó de los privilegios derivados de su posición como viceministro de Seguridad Pública y máximo responsable de la Guardia Costera china para recaudar sobornos por un montante total de 14,6 millones de yuanes (1,89 millones de euros). “La corte establece que Meng Hongwei ha cometido el delito de aceptar sobornos y debe ser castigado por la ley”, rezaba la sentencia, publicada en Internet por el Tribunal Supremo chino

“La corte ha alcanzado su veredicto después de tener en consideración que Meng Hongwei ha entregado de manera proactiva información que las autoridades no habían logrado obtenido, y ha reconocido los cargos en su contra”, continuaba el texto, dando a entender que la sentencia se ha visto reducida a consecuencia de la colaboración del acusado. Meng, quien ya admitió su culpabilidad en su primera aparición judicial durante la apertura del proceso en junio de 2019, ha rechazado apelar el fallo judicial.

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La resolución de hoy pone punto final a la trayectoria de Meng, cuyos primeros pasos auguraban grandes logros. Estudió Derecho en la Universidad de Pekín, una de las más prestigiosas del país, y tras su entrada en la policía fue ascendiendo en el escalafón hasta convertirse en una de las personas más poderosas del cuerpo. En 2004 fue nombrado viceministro de Seguridad Pública, cargo al que aunó el de presidente de Interpol cuando en noviembre de 2016 salió vencedor de la asamblea general del organismo, el primer ciudadano chino en lograrlo. La prensa oficial alabó su elección como una prueba del “pleno reconocimiento” del que gozaba China en comunicada internacional. Menos de un año más tarde, Meng celebró en Pekín la siguiente asamblea general, la cual contó con la participación de Xi Jinping. El líder chino se comprometió a aumentar su apoyo a la agencia y a contribuir a elevar su perfil global.

Sin embargo, todo se torció en octubre de 2018, cuando su mujer, Grace Meng, denunció su desaparición ante las autoridades en Lyon, ciudad francesa donde Interpol tiene su sede central. Según su descripción de los hechos, había dejado de recibir señales de su marido después de un viaje a China. Días más tarde, Interpol informó de su cese con arreglo inmediato sin dar más detalles acerca de su paradero. Al cabo de casi un mes, la Comisión Central para la Inspección Disciplinaria, institución responsable del control interno en las filas del Partido Comunista Chino y punta de lanza de la campaña anticorrupción, confirmó por fin que Meng había sido detenido por las autoridades del país y estaba bajo investigación. Hoy, casi un año y medio más tarde, su destino ha quedado sellado.

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