La escasez de gasolina ha generado una crisis en la mayoría de las ciudades venezolanas, con la notable excepción de su capital, Caracas. En Valencia, Barquisimeto, Mérida, Puerto Ordaz, Trujillo, e incluso en enclaves petroleros célebres, como Anaco, El Tigre, Maracaibo y Cabimas, llenar el tanque de un automóvil puede tomar un día entero en una kilométrica fila. O dos. En San Cristóbal, en la frontera con Colombia, la espera es de hasta cuatro días.

El retraso de cuatro buques cargueros, dos rusos y dos indios, ha sido la gota que ha colmado el vaso en la que fue una de las grandes naciones productoras de energéticos. Petróleos de Venezuela, que antes exportaba masivamente combustible y derivados, ahora sólo puede abastecer el 10% del mercado nacional. La empresa está necrosada por el despilfarro y la corrupción sufrida durante los años del chavismo. La compañía estatal ha tenido que hacer uso de algunos de inventarios en reserva, no demasiado cuantiosos, para hacer frente a la crisis en la capital.

Para surtirse de combustible en Venezuela hay que presentarse en las estaciones de servicio un día antes, sobre el mediodía. Ese es el inicio de espera en la fila, que habitualmente continúa hasta bien entrada la noche. Quienes no desean dormir dentro del carro se retiran, procurando “marcar el puesto” con troncos o piedras y convenir con los autos vecinos la vigencia de la ubicación.

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Carlos Bartolozzi, ingeniero residente en Puerto Ordaz, afirma que lo que procede después es presentarse en la madrugada y esperar la llegada del camión carguero, que llega horas después, hacia el mediodía. Generalmente se aguardan cuatro horas adicionales para ser atendido. Algunos gobernadores de los estados han asignado a los usuarios dos días fijos de la semana para repostar, de acuerdo al número con el cual termina la placa del automóvil. “Los camiones no siempre llegan con el tanque lleno. Esos tanques tienen capacidad para 30.000 litros y hemos sabido que llegan con 9.000 o 10.000 litros”, afirma Bartolozzi.

Nadie garantiza que, luego de la larga experiencia, el usuario pueda llenar el tanque. “Hay personas que venden los mejores puestos en 200.000 bolívares (unos cuatro dólares) y gente que vende gasolina ilegalmente”, cuenta Alfredo Saad, también residente en Puerto Ordaz. Quién sea sorprendido con galones de gasolina enfrenta la posibilidad de ir preso.

Las sanciones estadounidenses al Gobierno de Nicolás Maduro complican la compra de combustible en el exterior. El académico Rafael Quiroz explica que este tipo de transacciones se realizan en altamar de manera encriptada. Rusia y China prestan auxilio a Maduro, pero muchas de sus petroleras tampoco desea arriesgarse ante la Administración de Donald Trump. “PDVSA está haciendo intercambios de petróleo por gasolina para mantener al mercado, aunque sea de forma deficitaria”, agrega Quiroz.

Francisco Monaldi, economista experto en petróleo, opina que la crítica situación actual se conjurará a medias tan pronto lleguen los tanqueros a la espera. En los últimos dos años, lo habitual es que la gasolina escasee en las zonas fronterizas con Colombia, donde es extraída ilegalmente para la reventa, y en las zonas mineras del sur del país, cuya actividad precisa del combustible. Esto ocurre con la complicidad y colaboración de miembros de las Fuerzas Armadas. Monaldi y también Quiroz pronostican que estos picos de escasez se repetirán en el mediano plazo.

La situación de PDVSA, la otrora poderosa estatal energética, es un desastre. Sus gigantescas refinerías no reciben mantenimiento y abundan los accidentes industriales. La empresa está escandalosamente endeudada desde los años de Maduro. La producción petrolera del país, históricamente de 3 millones de barriles de crudo diarios, alcanza ahora los 700.000. En los últimos meses, el país ha logrado rozar la cota del millón de barriles, pero, como aclara Monaldi, gracias al uso de inventarios que no pudieron ser colocados en el mercado internacional a causa de las sanciones estadounidenses.

Monaldi también comenta que Venezuela, el país que más combustible consumía en América Latina –unos 400.000 barriles diarios en los años 90- ahora demanda unos 130.000, con lo que está por debajo del promedio regional. La gestión del combustible representa una enorme sangría para un estado quebrado. “El país tiene que importar ahora 100.000 barriles diarios de gasolina, un promedio de 240 millones de dólares al mes”, para ser colocada en autos en las cuales será técnicamente regalada porque el Gobierno de Maduro sigue renuente a subirle el precio. Venezuela es el país con la gasolina más barata del mundo. Un galón de combustible cuesta 0.004 dólares.

“Tengo medio tanque, pero vine porque ya viene el año nuevo, estoy escuchando que la situación en el interior es horrible y quiero estar tranquila estos días”, afirma Lucía Castejón en una estación de servicio en Chauo, al este de Caracas. “Si esto sigue así no tiene nada de raro que el consumo de gasolina también se dolarice. La gente pagará lo que cueste por ella. Hay sectores muy sensibles de la economía que necesitan gasolina”, dice Monaldi. El Gobierno de Maduro ha hecho un esfuerzo desesperado por atraer productores privados, y de momento, se registra una ligera mejora en la producción. Las sanciones de Estados Unidos, sin embargo, hacen que la eficacia de este esfuerzo sea difícil.

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