Durante 13 horas el riesgo de la planta nucleoeléctrica de Laguna Verde pasó al color naranja, un nivel antes del riesgo máximo; ocurrió el pasado 3 de septiembre durante el recambio de uranio enriquecido que alimenta la planta.

Un reporte de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) examinado por EL PAÍS, advierte que en el procedimiento hubo deficiencias respecto del “desempeño humano”, de “una sana cultura de seguridad nuclear” y de “aspectos programáticos u organizacionales” en la planta.

El 3 de septiembre, el contratista decidió, a pesar de que el sistema de seguridad estaba deshabilitado, continuar con el cambio de ocho mecanismos, lo que elevó el color del semáforo de riesgo a naranja durante 13 horas.

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Al colocar nuevamente las compuertas y concluyeron el recambio de los ocho mecanismos, el sistema pasó a color amarillo.

El informe advierte que este no ha sido el único episodio similar ya que en octubre y a principios de diciembre hubo otros dos incidentes que elevaron el riesgo a naranja.

A mediados de agosto, la central inició la recarga de combustible, que dura un mes, a fin de hacer el reemplazo de varillas de uranio que alimentan la estación y el traslado de las que ya perdieron energía a la alberca de combustible gastado.

“Parte de las labores de esta operación es el cambio de los mecanismos impulsores de las barras de control: unas varillas ubicadas debajo del núcleo que tienen como función ralentizar la fisión nuclear, con el fin de evitar que la generadora acelere su potencia más allá de 100% y esté expuesta a un estallido”, señala el informe de El País.

Y advierte que antes de iniciar la tarea el riesgo era verde; sin embargo, el 28 de agosto personal colocó compuertas de protección entre la alberca de combustible gastado y el llamado “pozo seco”, que es la cavidad entre el reactor y la contención de concreto del mismo.

La empresa cambió cuatro de los 15 mecanismos impulsores de las barras de control y se retiraron las compuertas, detalla el informe elaborado el 11 de septiembre.

Pese a ello, el coordinador de comunicación para la CFE, Luis Bravo, aseguro que “no ha habido ninguna situación de riesgo”; sin embargo, el informe señala que la “planta estuvo expuesta al peligro de drenado de la alberca de combustible gastado, que implica que el agua hierva, se evapore y las barras de uranio gastado queden al descubierto y se derritan por el aumento de temperatura, como ocurrió en uno de los reactores de Fukushima, Japón, a causa del terremoto y posterior tsunami en 2011”.

Esto dado que el derretimiento del uranio gastado podría provocar desde la emisión de gases radiactivos hasta un incendio que podría desencadenar eventos mayores, como explosiones.

Además, la evaluación de la CFE determinó que durante la recarga de combustible hubo riesgo operacional que consistió en que la disminución del calor de la alberca de combustible gastado quedó a cargo únicamente de su propio sistema de enfriamiento y limpieza.

“La alberca cuenta además con un sistema de remoción de calor residual que bastaría para mantener el enfriamiento. La falla desde uno de estos mecanismos hasta la pérdida de todos los sistemas de enfriamiento, la ebullición del agua podría ocurrir en un lapso de 95,2 horas o producirse en tan solo 10,16 horas”, detalla.

“Fuentes de la planta independientes entre sí aseguraron que además del episodio de septiembre la U1 también estuvo en naranja en octubre durante las labores del tensionado de la vasija, el cierre hermético de la tapa, que implicó riesgo de pérdida de refrigerante del reactor. A inicios de diciembre, la U2 habría registrado otro episodio por el “disparo” (aceleración) de una bomba del sistema de limpieza de agua del reactor”, señala El País.

Señala que los sucesos que tuvieron a la planta en riesgo “naranja” durante septiembre ocurrieron durante la recarga de combustible que inició el 14 de agosto y debía acabar un mes después, pero concluyó con una demora de al menos 14 días.

Ante ello, Daniel Chacón, director de Energía de la Iniciativa Climática de México, criticó las medidas tomadas y la falta de supervisión adecuada.

“Hay una irresponsabilidad muy grande. El procedimiento tiene que ser repasado 20 veces para que salga bien. Y pareciera que no hay supervisión adecuada del regulador. Es preocupante que no sepamos cómo opera la planta”, dice quien cuestionó la capacitación del personal, el apego a procedimientos y la opacidad del funcionamiento de la Central Nuclear de Laguna Verde.

A pesar de lo anterior, la CFE ha repetido que la generadora de Veracruz opera con normalidad y sin riesgo de accidentes, aunque no ha presentado evidencias documentales para respaldar estas afirmaciones.

“Desde 2012, el promedio de riesgo de la estación ha sido blanco, que significa que la planta se desempeña correctamente con una reducción mínima de seguridad, aunque durante todo 2017 la Unidad 1 permaneció en riesgo amarillo debido a problemas en el sistema de mitigación del generador diésel de emergencia: la planta cuenta con dos de estos generadores para cubrir una posible falta de electricidad externa”.

Cabe destacar que el reactor Ia de la central de Laguna Verde comenzó a operar en 1990, y el reactor II entró en funciones en 1995, ambos con una vida útil proyectada de 40 años cada uno, pero este año la Secretaría de Energía renovó la licencia de operación por otros 30 años.

El reporte indica que desde diciembre de 2018, la planta ha tenido tres gerentes y enfrenta además tres demandas legales por el nombramiento del actual gerente, Héctor López Villareal, a quien un grupo de trabajadores acusa de incumplir los requisitos para ocupar el cargo; por la renovación de la licencia y por el otorgamiento presuntamente irregular de al menos dos contratos relacionados con las obras de dicha extensión.

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