El gobierno mexicano debe prepararse para lo peor en los próximos años por efecto del cambio climático global previendo, entre otras cosas, que el aumento del nivel del mar inunde en mayor o menor medida los estados costeros y se reduzca el territorio de las numerosas islas del país.

El Programa Especial de Cambio Climático (PEEC) 2021-2024, elaborado por la Comisión Nacional de Mejora Regulatoria, la agencia del Estado que se encarga de simplificar los trámites burocráticos, hace un diagnóstico y un pronóstico aterradores para el futuro cercano en materia de medio ambiente.

Entre otras cosas, se anticipa que el llamado Efecto Invernadero y el desequilibrio en el régimen de lluvias y los fenómenos meteorológicos inusuales, que ya ha llevado a la pérdida de hasta el 50% del total de la producción agrícola y ganadera en algunas regiones, podría empeorar, al agravarse los períodos de sequía de las últimas décadas.

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Asimismo, el 88% de las 145 especies cuyo fruto o semilla que se cultivan para uso alimenticio en el país, que dependen para su producción de los polinizadores, enfrenta “graves amenazas por las condiciones cambiantes en el clima”.

La actividad pesquera, a su vez, se está viendo ya afectada por modificaciones en la distribución de especies derivadas de cambios de temperatura del océano y, con ello, de las corrientes marinas.

En materia de biodiversidad, otros factores de presión que se exacerbarán por el cambio climático son “la pérdida de hábitat, la deforestación, la contaminación, la introducción de especies invasoras, entre otras”, señaló.

El documento cita el Atlas Nacional de Vulnerabilidad ante el Cambio Climático, elaborado por el Instituto Nacional de Ecología del ministerio del Medio Ambiente, en el cual se establece que 273 municipios del país enfrentan los mayores riesgos y se ubican también en las zonas identificadas como “de atención prioritaria”.

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El principal factor que eleva las emisiones de gases de Efecto invernadero, según este relevamiento, es el consumo de combustibles fósiles para transporte y generación de electricidad, seguido de la ganadería y la industria del petróleo y gas, pese a que la tasa de crecimiento de estos tóxicos se ha desacelerado en la última década.

La intensidad del uso del carbono en la economía muestra una tendencia hacia la baja, a pesar de que el gobierno del presidente Andrés López Obrador ha sido acusado por la oposición y los expertos de privilegiar el empleo de este energético, así como de las energías tradicionales en perjuicio de las renovables.

Las metas de México de reducción de emisiones para 2030 son 31% en producción de energía eléctrica, 28% en residuos, 18% en transporte, 18% en residencial y comercial, 14% en petróleo y gas natural, 8% en agricultura y ganadería y 5% en procesos industriales”.

El sitio digital Flood Map, alimentado con información de la Agencia de la Aeronáutica y el Espacio de Estados Unidos (NASA, siglas en inglés), realizó hace tiempo una proyección sobre el impacto del calentamiento global y predijo que, en un escenario apocalíptico, al menos 38 ciudades de México podrían desaparecer debido al aumento del nivel del mar.

Según una estimación conservadora, si el mar aumentara sólo 5 metros, los estados de Yucatán, Campeche, Veracruz y Tabasco, bañados por las aguas del Atlántico, serían los más afectados.

Campeche, frente al cual ubican los más ricos yacimientos petroleros marinos del país, sufriría un efecto similar en algunas regiones y perdería las islas en que incluyen la llamada Ciudad del Carmen.

En Quintana Roo, que aloja algunos de los centros veraniegos más cotizados del país, la ciudad con mayor riesgo de desaparecer es Cancún, y la zona sur del estado se convertiría en un archipiélago, de acuerdo con este modelo predictivo.

El caso más alarmante es el de Tabasco, que ya sufre inundaciones endémicas, pues por el tipo de suelo, que es pantanoso, se hundiría casi en su totalidad Villahermosa, la capital.

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