Jesús Lezama

Ahora que en Veracruz el río está revuelto tras los interminables casos de corrupción, el nepotismo, los dedazos para dar contratos y las presuntas empresas fantasmas, trasciende que el gobernador Cuitláhuac García reza a todos los santos para que su mentor le regale un escaño como senador de la república, para así librar, por un buen rato, el brazo de la justicia y no experimentar una vida en la cárcel como la del exgobernador Javier Duarte. 

Conoce a la perfección aquella vieja profecía de que “los carniceros de hoy serán las reses de mañana”. Y no olvida que ha exagerado su poder alargando la ley para perjudicar a cientos de personas que no pueden defenderse.

Y es que a partir de las comparaciones que ya hacen entre el gobierno duartista y el actual, muchos funcionarios cuitlahuistas reconocen que las denuncias y aprehensiones podrían iniciar a partir del 1º de diciembre de 2024. Y para salvar el pellejo, ya hay servidores públicos que han ido entregando documentación a la oposición para que sea usada en los mejores momentos.

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En todo este entramado, los que pagarían el desaseo y corrupción cuitlahuista serán los titulares de las unidades administrativas, los que tienen la responsabilidad de la programación, presupuestación, ejercicio y comprobación del gasto público, y a estos difícilmente los protegerá su todavía jefe político y de gavilla: el primísimo Eleazar Guerrero.

Los jefes, responsables o directores de esas unidades administrativas serán las cabezas de turco o los chivos expiatorios, quienes deberían poner sus barbas a remojar desde ya, porque el ¡sálvese quien pueda! ha iniciado en la administración del ingenioso Cuitláhuac.

Y si no les gusta que los comparen con Duarte, que se vean en ese espejo. La negligencia e irresponsabilidad gubernamental tiene consecuencias graves.

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